A principio de los años 70 fui maestro de Historia Universal y Dibujo Lineal en el Centro Educativo Santo Tomás de Aquino de la Zona Colonial (CESTA), al mismo tiempo que Subdirector del mismo.
La experiencia como maestro y sus consecuencias las he podido vivir recientemente cuando fui invitado por uno de esos estudiantes a compartir con un grupo de ellos en la Ruina de San Nicolás de la misma zona. Allí nos encontramos, ya casi “como hombres y mujeres de cierta edad”, en la que no faltaron las chanzas propias de “cómo te ha tratado la vida”. Fue un momento interesante. Algunos de ellos recordaban situaciones, de las que yo, como su profesor, ni idea tenía. Reímos a más no poder, con sus hazañas, y también, con sus “ingenuidades”, como aquella en que uno de ellos sirvió como maestro de ceremonia en una noche de encuentro con la familia, y donde daba las gracias por la presencia de “a las madres póstumas”. ¡Imagínense aquello!
La mayor gratificación es cuando te hacen sentir que de alguna u otra manera impactaste sus vidas. Que su actitud ante la realidad y su visión de las cosas cambiaron con la experiencia en el CESTA. Que de alguna manera encuentran en su vida adulta una huella que está ahí, y que les lleva a recordar aquellos años en el “Colegio”.
Quienes nos metimos en esa experiencia educativa, invitados por el amigo Salvador Espinal, coincidimos todos en reconocer la importancia que ésta tuvo, incluso en cada uno de nosotros: Marcos Villamán, Julio César Mejía, Valentín Frias, Miguel Suazo, Dilenia Medina, el propio Salvador Espinal, Julio César Sánchez, Julio César Zayas, Márgara Valeirón, la profe Enilsa, y otras personas, que creyeron que era posible una educación diferente. No olvido un afiche que se hizo famoso en toda la Zona Colonial con el cual invitábamos a las familias a inscribir a sus hijos e hijas en el Colegio: “La educación no es cosa de juegos”.
Años más tarde me incorporé a la docencia universitaria, al principio en la Universidad O&M, así como en la Universidad Católica de Santo Domingo. En esos dos centros de formación profesional duré poco tiempo. Posteriormente en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña del 1980 al 90, la Universidad Autónoma de Santo Domingo desde 1983 hasta el 2014 y el Instituto Tecnológico de Santo Domingo, desde el 1983 hasta la fecha. En INTEC soy profesor de la carrera de psicología y he alcanzado la categoría de Profesor Pleno y de Profeso Titular.
No puedo obviar que a principios de los años 60, en el Oratorio Don Bosco, no solo fui catequista, sino también coordinador de grupos como el “Domingo Savio”. Otra manera de formar jóvenes.
Todos estos años dedicados a la formación de jóvenes me ha dejado grandes lecciones como maestro:
· La primera lección, antes que nada se trata de seres humanos que nos vinculamos en una relación educativa para crecer juntos, para ser mejores personas.
· Segunda lección, cree en los jóvenes, ellos son capaces de llegar muy lejos si les ofreces buenas oportunidades en su proceso de desarrollo.
· Tercera lección, no creas tener todas las respuestas a todas las preguntas, es preferible decir no sé, no lo había pensado, que inventar una respuesta que solo genere dudas acerca de ti mismo como educador.
· Cuarta lección, antes que hablar escucha. Las mentes de los jóvenes es como una tormenta, que a veces busca retar, otras veces solo despejar dudas, y muchas otras saciar la curiosidad que les nace por creer siempre que hay otras maneras de entender las cosas.
· Quinta lección, dale tiempo a sus inquietudes que parecen estar fuera del contexto de clase. Muchas de ellas obedecen a la búsqueda de sentido de sus propias vidas.
· Sexta lección, crea un ambiente positivo, en que ellos y ellas se sientan valoradas, estimadas por lo que son.
· Séptima lección, conecta sus vidas con lo que está pasando en el mundo, en la realidad misma del país; hazlos sentirse que ellos tienen y deben aportar soluciones a los temas de la pobreza, los niños y niñas que trabajan, la violencia intrafamiliar y social, y tantos otros temas que hoy se debaten en todos los medios.
· Octava lección, rétalos a pensar de manera diferente, a descubrir que siempre pueden haber explicaciones alternativas.
· Novena lección, promueve en ellos la lectura, a indagar, y sobre todo, a escribir sus ideas. Ellos son depositarios de ideas geniales.
· Décima lección, recuerda que son seres humanos, y que como tales, no solo están para pensar de manera lógica – lo que es importante- sino también intuir a partir de sus propias emociones, lo que no aparece de manera clara. Lo que se generalmente se oculta detrás de las mismas palabras.
Después de tantos años de ser maestro, me he dado cuenta lo mucho que mis estudiantes me han enseñado.