Una escuela para los nuevos tiempos

El mundo de hoy es muy complejo. Los cambios se van sucediendo de manera continua y nos envuelven a todos. Las consecuencias del influjo de las comunicaciones y la globalización, nos colocan ante una diversidad de retos, en ocasiones, insoslayables. El hombre y la mujer de hoy se enfrentan a una realidad cambiante, donde las certezas suelen esfumarse de manera constante. Pero lo que es peor aún, vivimos una época en la historia de la humanidad donde nunca antes se había producido tanta riqueza, pero al mismo tiempo, las desigualdades sociales se han hecho más abruptas. La exclusión, la pobreza y la inequidad se reproducen de manera continua en todos los ámbitos sociales. Esa distancia genera consecuencias personales y sociales, que en la mayoría de las veces, niegan el sentido mismo de la vida humana. 

Frente a tal situación se plantea la necesidad de desarrollar una educación transformadora, que propicie y genere actitudes positivas hacia el cambio social, apostando por el desarrollo de seres humanos responsables personal y socialmente; que impulse el desarrollo de una cultura de justicia y equidad.

Una educación planteada desde esas perspectivas implica impulsar el desarrollo de una escuela que organiza un conjunto de relaciones que propicien en todos los sujetos procesos de formación integral y aprendizajes, especialmente de los niños, niñas y jóvenes, que en un ambiente de respeto, participación y democracia, promuevan valores sociales de solidaridad, trabajo y aprecio por la vida en su amplio sentido.

Para tal propósito, Coll propone un nuevo «contrato social por la educación», que partiendo de una visión amplia de ella, se apoye en una propuesta de impulsar y apoyar la formación de «comunidades de aprendizaje». Tal planteamiento presupone repensar la escuela, tras la búsqueda de nuevas maneras de hacer las cosas, es decir, nuevas maneras de pensar sobre los sujetos y sus aprendizajes, nuevas maneras de organizarnos para alcanzarlos y nuevas maneras de actuar en la dinámica de las relaciones que se generan en la escuela. Estas tres cuestiones implican transformar la escuela de un espacio memorístico y previsible, en una red de aprendizajes que hacen de la innovación y la experimentación su hábito, su manera permanente de actuar.