Sobre la repetición escolar

Hoy en el Ministerio de Educación de la República Dominicana, y en otros ámbitos e instituciones del sector educativo del país, se viene reflexionando y dialogando con respecto a un tema muy específico: la no repetición en los dos primeros grados del primer ciclo del nivel primario. Hay posiciones encontradas. Unos piensan que debe haber evaluación en todos los grados, como requisito para avanzar; otros entienden que el criterio para avanzar no debe estar en ese mecanismo, que el niño y la niña deben avanzar hasta el segundo grado y la maestra asegurar los procesos de desarrollo y aprendizaje en los y las estudiantes. No significa que haya evaluación, sino que esta debe ser fundamentalmente diagnostica y procesual. En la primera postura la evaluación sumativa debe ser determinante del pase de grados.

Con la reforma de la educación de principio de la década de los ´90, y con la nueva propuesta curricular contenida en la Ordenanza 1´95, se tomó la decisión de que los niños y niñas de los dos primeros grados avanzaban de curso y con ellos, la propia maestra. Con ellos se pretendía lograr que el proceso de desarrollo de aprendizaje de la lectoescritura y los principios básicos de la matemática se fueran desarrollando. La evidencia estadística de los años ochenta mostraban los altos niveles de abandono de los y las estudiantes en esos primeros grados. Además, también era muy evidente las consecuencias posteriores, particularmente, el crecimiento de la población de estudiantes rezagados, de sobreedad, en los grados posteriores. El problema que planteaba entonces la sobreedad, era las grandes dificultades que estos niños tenían para aprender. Además de los problemas de autoestima que les generaba, al ser comparados con los y las estudiantes en la edad requerida para el grado. Esta situación se constituía en un factor limitante para aprender. Además, se argumentaba que las teorías del aprendizaje explicaban que en los procesos mismos de los aprendizajes, los ritmos son diferentes entre los y las niñas.

Con tal de encarar los dos problemas señalados, abandono prematuro y bajo niveles de aprendizaje, se tomó la decisión de que en los dos primeros grados los niños y niñas avanzaran junto con sus maestras, y estas, pudieran asegurar un mayor desarrollo de los y las estudiantes en estos dos grados. A pesar de la normativa, sin embargo, aún hoy se pueden verificar altos porcentajes de repetición en esos mismos grados, elevándose de manera significativa, en el tercer grado.

La evidencia de la investigación educativa señala, que la repetición no asegura aprendizaje, más bien todo lo contrario, mientras más repite un niño menos aprende. Se ha planteado, además, que el costo de la repetición en América Latina y el Caribe, es extremadamente alto, sin que esto haya repercutido en una educación de mayor calidad.

Hoy se debate el tema de nuevo, y un sector del país, quiere poner en esta medida de la “no repetición”, la razón fundamental de los bajos logros en las Pruebas Nacionales y en los estudios diagnósticos nacionales e internacionales. Ver los temas educativos por aislados y sin las debidas interconexiones entre ellos, nos puede conducir a análisis simplistas, y peor aún, a tomar decisiones complicadas, que al final hacen más complejos los problemas que se pretender resolver..

Hoy estamos recibiendo los resultados del Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo (TERCE), y en el Informe de Resultados y Factores Asociados, en su página 3 se señala lo siguiente respecto al tema de la repetición:

“La evidencia arrojada por el estudio TERCE muestra que la repetición es uno de los factores que tiene una relación negativa de mayor magnitud con el rendimiento. Este resultado es consistente con la evidencia recolectada en el previo estudio regional (Treviño et al, 2010). La repetición, orientada supuestamente a mejorar los aprendizajes de los estudiantes, aparece como un mecanismo ineficaz que se asocia con menores aprendizajes. Es posible que traiga consigo problemas de estigmatización, motivación y de ambiente de aula que dificulten el desempeño de los estudiantes que han repetido grado. Por ese motivo, es indispensable buscar fórmulas preventivas para evitar el rezago y dejar la repetición como último recurso en situaciones excepcionales”.

Los resultados del TERCE reafirma el conocimiento que ya se tiene sobre el peso de la no repetición en los logros de aprendizajes. Por ejemplo en ese mismo Informe, página 8, y respecto a las prácticas de aula se dice: “Los resultados del TERCE reiteran la importancia del clima de aula sobre el logro académico de los estudiantes de la región. La evidencia muestra que los procesos de aprendizaje se benefician cuando las relaciones entre los actores son cordiales, colaborativas y respetuosas”. Esta información habla de gestión de aula. He planteado muchas veces y lo seguiré haciendo que “no hay peor situación que un niño o una niña pobre estudie en una escuela pobremente gestionada”.

No se puede negar los factores propios de las personas en los procesos de aprendizaje, tales como el interés, la motivación, entre otros, pero es función del maestro desarrollar en el niño y la niña estas características con el fin de incentivar los procesos de aprendizaje.

Es mi modo de pensar que el tema en el país debe ser cuidadosamente discutido. No caigamos en el simplismo de pretender analizar los problemas solo a partir de las experiencias personales, y sobre todo para tomar decisiones en materia de política educativa. Tomamos una buena decisión, pero pienso que estuvo muy mal acompañada. Los procesos de formación docente, de seguimiento del docente en aula, ha resultado históricamente ineficiente. Esta es la razón fundamental de los bajos logros, no es la no repetición.

Tenemos mucho tiempo discutiendo el tema de la formación docente, pero aún son muy limitadas, o por lo menos insuficientes, las medidas que se han tomado para mejorar esta formación de manera significativa. Sigue siendo una formación tradicional, memorística, incapaz de transformar al docente en formación, y por supuesto, incapaz de desarrollar altas competencias profesionales en los maestros, para el cumplimiento eficaz de su función docente.

Agua y ser humano

Sabemos que el principal componente del cuerpo humano, es agua. Que en una mujer adulta representa del 50% al 55% de su peso corporal. En el hombre adulto, aproximadamente el 60%. Es decir, un varón con un peso aproximado de 160 libras, el contenido de agua corporal es más o menos, 42 litros. Esta información la obtuve en la página web www.h4hinitiative.com

 TAGS:undefinedLo más interesante de este tema, según la misma fuente, es cómo se distribuye el famoso %u201Capreciado líquido%u201D en las diferentes partes del cuerpo humano: el 75% de nuestro cerebro, es agua. El 83% de nuestra sangre, es agua. La piel contiene un 72% de agua. El corazón, que tantos dolores de cabeza nos genera actualmente con nuestra forma de vida, el 79% es agua, igual que en el caso de los pulmones. En el hígado un 68% es agua. El bazo y el riñón contienen 76% y 83% respectivamente. El intestino, 75%, casi igual que los músculos, que contienen un 76% de agua. Y, en menor medida, los huesos y el tejido adiposo, es decir, las grasas, que contienen 22% y 10% de manera respectiva.  

Es decir, sin el agua, nuestro organismo no funcionaría, así de simple.

Sin embargo, por qué nos resulta tan difícil entender, y más aún, asumir um comportamiento de preservación del agua, de hacer conciencia sobre las consecuencias del uso irracional que hacemos del agua.

Estamos ante una de las peores sequías de los últimos años, es decir, los meses en que generalmente llueve, la naturaleza nos la está poniendo difícil. Los ríos y arroyos merman. Los embalses (presas), como los tanques de acueducto, están en niveles mínimos. Sin embargo, nuestro irracional consumo, continúa como si tal cosa.

Hace unos días, caminando por el Parque de Las Praderas, observé a un señor lavando el piso del patio de un apartamento de primera planta, con la manguera a todo dar. El caudal del agua ya llegaba a varios metros hacia la grama del parque. Le llamé la atención, sobre el desperdicio que hacía y la falta de agua que se siente en el sector, y en muchos otros sectores de la ciudad.

Si, ya estoy terminando, fue lo único que dijo.

¿Por qué esa inconsciencia e indolencia? Inconsciencia consigo mismo y con aquellas personas que aún no disponen de agua en su propia casa. Parece que va a ser necesario que tengamos la experiencia, sobre todo las personas de estos sectores, de tener que ir muy lejos a procurar el agua en tanques o embases plásticos. Recuerdo cuando el Ciclón David, que andaba con mi Lada, lleno de galones vacíos, para que cuando me avisaran de que en algún lugar de la ciudad había llegado el agua, inmediatamente dejar lo que estuviera haciendo, para trasladarme en procura «del tan preciado líquido».

Todos y todas, de alguna manera, somos responsables de generar conciencia y una actitud más proactiva en el manejo y uso del agua. Comenzando por nuestra propia casa cuando nos bañamos, cuando nos lavamos y enjuagamos la boca, cuando nos afietamos. Cuando dejamos una grifo goteando agua el día entero. O cuando sencillamente nos servimos un vaso de agua que no consumirémos en su totalidad. Pero sobre todo, en las autoridades del gobierno responsables directos de este tema, que no deben esperar a que la crisis nos arrope, para entonces tomar «medidas heroícas» frente a una crisis que nos está golpeando desde hace meses.

De manera lamentable, nos visualizamos como si no fuéramos parte de la naturaleza, más bien ajenos a ella. Nos comportamos como «depredadores», indiferentes al bienestar de la naturaleza, como parte de nuestro propio bienestar. Eso explica, en parte, la cultura de depredar los bosques y los ríos. De contaminar el ambiente y el entorno. De sentir que el resto de los seres vivos «son ajenos a nuestra nobleza de ser humanos». Nos sentimos poseedores de la vida y de la muerte. La gran tragedia, si se me acepta el término, es que nuestra propia cultura depredadora terminará depredándonos a nosotros mismos. ¿En quién, sino, recaerá el peso de una profundización de la crisis del agua? Los futuristas del cine de Holywood, ya casi nos cansan con el tema de la guerra por el combustible y el agua.

El Papa Francisco nos lanza un vigoroso llamado en su Encíclica Laudato SI: «Esta hermana (haciendo referencia a la Tierra) clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes». Él nos llama a una conversión ecológica global, alertándonos de que… «Toda pretensión de cuidar y mejorar el mundo supone cambios profundos en los ´estilos de vida, los modelos de producción y de consumo, las estructuras consolidadas de poder que rigen hoy la sociedad´. El auténtico desarrollo humano posee un carácter moral y supone el pleno respeto a la persona humana, pero también debe prestar atención al mundo natural y «tener en cuenta la naturaleza de cada ser y su mutua conexión en un sistema ordenado».

Desde una perspectiva crítica la educación, y la escuela de manera particular, están llamadas a generar, a construir una cultura de preservación y cuidado de la vida. De generar en cada niño, niña y adolescente el aprecio por la naturaleza, que es al mismo tiempo, aprecio por nosotros mismos y por la vida.

Mientras tanto, ¿qué vamos a hacer para afrontar hoy? ¿Seguiremos cruzados de brazos, indiferentes al problema?

Meditaciones sobre el tiempo y el espacio

Hay dos dimensiones del tiempo que vivimos y vivenciamos todos los días, la primera la experiencia interna del tiempo que se vive como pasado, presente y futuro. Como vivencia interna, es personal, lo experimentamos subjetivamente. En ocasiones lo percibimos como rápido o lento, según las características e intensidad de la experiencia. Esta experiencia no es lineal, se vive en el aquí y ahora, no importa si se trata de una vivencia pasada o presente.

 La otra dimensión es lineal, sabemos que el tiempo transcurrido no vuelve, no tiene regreso. Pasado, presente y futuro se hacen evidentes. En la medida que envejecemos, muchas veces nos sentimos taciturnos frente al porvenir. Los segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años pasan inexorablemente, no lo podemos detener, aunque quisiéramos. Con el paso de ese tiempo, sentimos que nuestra vida cambia, y con ella, nosotros mismos como totalidad somática y mental: envejecemos. Muchos se resisten al paso del tiempo, pero el mismo es real, deja huellas, a veces profundas, muy profundas. Aquellos que no resisten su paso, si pueden, recurren a la cirugía o a la magia si fuera el caso, es un esfuerzo denodado por ganarles tiempo al tiempo.

 El Eclesiastés, Cap. 3, nos brinda una hermosa, y en ocasiones contradictoria lectura del tiempo: “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.  Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz”.

En el tiempo transcurren las cosas, los procesos, cuanto hacemos. Pareciera como si el tiempo ocurre en el espacio.  Pero la experiencia del tiempo, en nuestra conciencia, no tiene espacio físico concreto. Se hace evidente, se percibe, se vive, pero no se sitúa de manera concreta necesariamente. Aunque en muchas ocasiones, sin ser real, se vive como tal. «No sé si lo he soñado o lo he vivido». La situación se nos hace paradójica. 

  El tiempo y el espacio cobran un significado diferente en la realidad virtual. En la lógica del tiempo lineal, las horas vividas y experimentadas por otros en su tiempo presente, se torna futuro, aunque la experimentamos como presente. Cuando chateamos con una persona situada en “el otro lado del mundo”, lo hacemos en dos presentes diferentes: el del tiempo en que vivimos y en el que vive “el otro”, aunque pareciera el mismo. Por otra parte, esa experiencia a veces se sitúa como si fuera vivida en el espacio real compartido. Así, al otro o la otra, la o lo “presentimos” detrás de la pantalla. Como si estuviera ahí. Conversamos en tiempo real y concreto, como si fuera en el mismo espacio, constituyéndose el tiempo y el espacio virtual, en tiempo y espacio real. Al tiempo virtual hoy se le añade el tiempo extendido. Es la experiencia de compaginar la vida real con lo virtual, de esta manera, podríamos estar viviendo como en dimensiones diferentes: lo real-actual y lo real-pasado o futuro. La tecnología nos juega a lo imposible posible.

 Vida y muerte son parte del tiempo. En ocasiones se alejan, en otras se acercan. Cuando niños y jóvenes la experimentamos como lejanas; con el paso de los años se experimentan como cercanas, sobre todo cuando personas con las que hasta ese momento habíamos compartido espacio y tiempo, “dejan la vida”. Nos resistimos y seguimos buscando «la fuente de la juventud perpetua». 

 Muchos quisieran estirar el tiempo infinitamente, pero tarde o temprano se hace finito y descansaremos en un espacio concreto “eternamente”, pero ya sin conciencia de ello, suponemos. Por eso es que con los años aprendemos a valorar más el tiempo. La juventud no tiene tiempo para tales tonterías, “les sobra el tiempo”.

 Cuando la experiencia del tiempo y el espacio se sitúan en el nivel del cosmos, pareciera como infinita, al mismo tiempo que muy breve para cada uno de nosotros. Miles de millones de años es una cifra inimaginable para nuestra conciencia, cuando la referencia es el cosmos, con la vida de las estrellas y galaxias por delante. Nuestra vida, una mota de polvo que se desvanece antes del segundo. Pero en nuestra vivencia personal, es única y eterna. Nos resistimos a tener punto final. El olvido, como experiencia posible, se vuelve contra el tiempo y el espacio experimentado hoy.

 Hace como cinco años, tuve la experiencia personal de “perder la noción del tiempo” por aproximadamente ocho o nueve horas. Todo lo que hoy recuerdo, fue gracias a mi familia y amigos, que me explicaron todo cuanto sucedió. Tengo muy vaga experiencia de ese día, algunos flash que llegan incompleto en mi memoria. Mi amigo, el Dr. Cabrera, me explicó que se trató de una “amnesia global temporal”. Fue extraño, pues sé de los espacios en que tal experiencia aconteció, pero no tengo noción muy clara de ello tampoco. Tiempo y espacio, se me escaparon momentáneamente. Espero que no te suceda nunca. 

 Mis amigos recibieron un mensaje que escribí entonces:

 De nuevo vienen a mis recuerdos y a mi memoria…

 ¡Que rico es poder tenerla y no perderla!

 Me refugio en los versos de Joan Manuel Serrat,

 que llega sin solicitarlo, en la gratuidad de lo divino

 pero con un canto a la vida,

 y la manera como la vivimos…

 Tómate este tiempo, sin prisa… sólo entre tú y el poeta cantautor…

 Te invito a oírla, gustarla… y sobre todo vivirla.

  «De vez en cuando la vida

 Nos besa en la boca

 y a colores se despliega como un atlas.

 Nos pasea por las calles en volandas

 y nos sentimos en buenas manos.

 Se hace de nuestra medida,

 toma nuestro paso,

 y saca un conejo de la vieja chistera.

 Y uno es feliz como un niño… cuando sale de la escuela.

  De vez en cuando la vida…

 toma conmigo café

 y está tan bonita que… da gusto verla

 Se suelta el pelo y me invita a salir con ella a escena.

 De vez en cuando la vida…

 Se nos brinda en cueros

 y nos regala un sueño tan escurridizo,

 que hay que andarlo de puntillas, por no romper el hechizo.

  De vez en cuando la vida…

 afina con el pincel.

 Se nos eriza la piel y faltan palabras

 Para nombrar lo que ofrece, a los que saben usarla.

  De vez en cuando la vida… nos gasta una broma

 Y nos despertamos sin saber que pasa

 chupando un palo sentado

 sobre una calabaza.

  En el tiempo y el espacio transcurre nuestra vida, que es una, solo una, disfrútala, cuídala, protégela, acariciala… pero sobre todo, vívela.