Manuel Castells ha señalado que las tecnologías de la información han modificado las bases de la sociedad a un ritmo acelerado. Y no es para menos, la cotidianidad de nuestras propias vidas se ha visto modificada por la expansión del uso de todos los derivados de esta revolución tecnológica. Trate solo de pensar su vida diaria sin un teléfono celular en sus manos, o por lo menos a disposición “inmediata”. Para muchos, esto sería imposible. Los teléfonos celulares, que ya dejaron de ser solo eso, contiene muchas informaciones que nos resuelven el día a día. Números celulares, mensajes de textos, fotos, música, información sobre cualquier sitio al que queremos llegar sin preguntas. Ubicación de posibilidades múltiples, desde temas de salud, alimentación, como diversión. Hoy a esas facilidades que nos ofrecen esas tecnologías se le va añadiendo lo relativo a la “realidad ampliada”. Si por vez primera ha escuchado el concepto, búsquelo en su buscador de preferencia y podrá darse cuenta de lo que esto significa. Usted podrá “navegar” en las interioridades del corazón, si eso fuera su tema; pero también podrá sumergir la sala de su casa, el comedor, o incluso, su propia habitación en un espeso bosque, o en las profundidades del mar. La realidad ampliada parece colocarnos en otras esferas de la “experiencia humana”. Imaginemos entonces lo que esto ya significa en el mundo profesional de cualquier área disciplinar, o también en el de la formación profesional.
Hay quienes aún se resisten, y piensan que vivirán incólumes a los efectos y cambios que estas tecnologías están produciendo. Sigo personalmente disfrutando de la lectura de libros de papel, pero igual ya soy un asiduo lector de libros y documentos digitales. Hay diferencias importantes en uno u otro caso, pero ambas nos ofrecen posibilidades interesantes. En mi Ipad tengo acceso permanente, y en el momento que lo requiera, a la lectura de muchos de mis libros históricamente predilectos, así como otras lecturas más contemporáneas. Desde Orson Welles, hasta los más recientes ensayos de psicología de Martín Seligman. Ahí están! Disponibles cuanto estoy en espera de alguna reunión, o simplemente, cuando me he visto precisado a ir al chequeo médico rutinario.
Recuerdo cuando a mediados de los años ’80, principios de los ’90 compré mi primera pc. Ya antes había tenido la experiencia de trabajar sentado en un computador de escritorio. “Mi” Epson Equity ii era prodigiosa. Todos aquellos afanes con mi máquina de escribir Olympia pasó a la historia.
Recuerdo perfectamente cuando tenía que transcribir y transcribir la tesis de licenciatura, y la diferencia al tener esa misma experiencia en la de maestría o la de doctorado. Eliminar errores, cambiar la lógica de un texto subiendo o bajando un párrafo, trayendo ideas de otros textos escritos anteriormente y haciendo las debidas referencias, se convirtió en “algo mágico”. No olvido aquella experiencia en la ciudad de México en casa de un amigo que lo encontré transcribiendo de un texto, previamente impreso y de su autoría, a otro que estaba produciendo. En ese momento andábamos por el mundo wordstar y wordperfect, y le mostraba lo simple que era hacer un copy page de un texto y pasarlo a otro texto. ¡Maravilloso! Fue su expresión.
Pero el impacto del uso de las tecnologías tiene otras complejidades que tienen que ver con la experiencia entre los seres humanos mismos. Las redes sociales han transformado la morfología social, o incluso, política. Ya la prensa escrita o televisiva no tiene el patrimonio de la información. Es más, si no se adaptan a este nuevo mundo terminarán sucumbiendo. Lo que acontece en cualquier espacio de la vida puede de pronto ser información en el mundo, tan solo a un clic de distancia. Un accidente de tránsito, una fiesta, una situación en el salón de clase o en algún evento, cualquier acontecimiento puede recorrer el mundo de las redes en segundos. Los jóvenes, que han visto modificado el comportamiento de la lectura de papel, se pasan el “día entero” leyendo mensajes de textos o de imágenes a través de la web.
Es tal la importancia que el tema va teniendo, que un investigador de primera, como lo es Horward Garner publicó un libro sobre lo que él llama La generación app y cómo los jóvenes gestionan su identidad, su privacidad e imaginación en el mundo digital.
El desarrollo de la ciencia, del conocimiento científico y sus aplicaciones tecnológicas seguirán impactando nuestras vidas y relaciones. Solo espero que tanto conocimientos que hoy se producen logren hacernos configurar un mundo más inclusivo, igualitario, ético; más respetuoso de la vida en todas sus manifestaciones. En fin, un mundo más humano y felíz.