Sobre la inversión en educación y otros temas.

Como otras muchas personas, leímos la noticia de que el Consejo Nacional de Educación, en su sesión ordinaria (14 de septiembre de 2011), aprobó un presupuesto de 4.09 del PIB  para el año 2012. Dicha solicitud se sitúa 0.09 por encima a la oferta de los candidatos a las elecciones presidenciales del próximo año. El 4.09% del PIB es lo consignado, en la inversión pública en educación, en el Plan Decenal 2008-2018.  De aprobarse dicha solicitud, imaginamos que estos mismos candidatos tendrán que comprometerse entonces al cumplimiento del 4.10 (2013-2014); 4.29% (2014-2015); 4.53% (2015-2016); 4.74% (2016-2017). Quizás esta decisión debería llevar a una revisión de la Ley General de Educación 66´97, en su Art. 197, tanto en lo que concierne al monto, como en el procedimiento que debe seguirse, que no es solo ajustar a partir de la inflación, sino que se tome en consideración los planes que el sector educativo se da o define.

No hay dudas de que el tema de la inversión en educación se ha constituido en parte fundamental de la agenda nacional. Hay quienes agregan al tema del 4% del PIB, lo relativo a la eficiencia de la inversión. Este argumento no es nada despreciable, pues aunque es importante hacer mayores inversiones en educación, también lo es ser eficientes en la inversión.

Recientemente el Ministerio de Educación de España ha dado a conocer el informe Panorama de la educación: indicadores de la OCDE 2011, y en dicho Informe pone de relieve la importancia de una inversión sostenida en educación, cuyos beneficios se ponen de manifiesto en las propias personas como en la sociedad misma. Según se señala en este Informe, en España la rentabilidad pública y privada por euro invertido ha sido alta, por ejemplo por cada euro que se invierte en Educación Secundaria Superior se obtienen 3,9 euros, cifra similar a la OCDE, según señala el Informe. Además, agrega, a más titulación menos desempleo, a más titulación más salario y a más titulación mayor  rentabilidad pública y privada.

Una cuestión interesante, y que aparece en una nota de prensa del Ministerio de Educación de España, es que “en España se han reducido muy notablemente las diferencias de partida respecto a la OCDE, que eran muy elevadas hace algunas décadas, siendo el país que ha experimentado una mejoría más notable después de Corea.

En el periódico El País del miércoles 14 de septiembre de 2011, aparece un artículo bajo la firma de J. Padres y J.A. Aunión con un título muy cuestionador: “Más horas de clase no aseguran el éxito escolar: Profesores y alumnos pasan más tiempo en el aula en España que en otros países. Pero los resultados no brillan. ¿Qué falla?”.

Al tema de mayores recursos se le suma el de una mayor eficiencia en la inversión de los mismos. En ese mismo artículo se afirma: “¿Qué es lo que falla? En plena polémica por los recursos que se destinan a educación –los profesores de varias comunidades se han rebelado contra los recortes-, el informe vuelve a introducir complejidad al debate: no se trata solamente de cuántos profesores haya ni cuántas clases de los alumnos, sino de qué se enseña, cómo y a qué edad, y qué apoyo reciben los alumnos”. Más adelante Padres y Aunión agregan: “El informe de la OCDE demuestra que el éxito escolar no pasa necesariamente por someter al alumnado a horarios interminables (1.050 horas anuales para un estudiante español de 15 años, frente a las 856 de un chico de la misma edad en Finlandia, el país de referencia de éxito en el Informe Pisa y la OCDE). Los profesores españoles de primaria (de 6 a 12 años) dedican 880 horas al año a dar clase, 101 más que la media de la OCDE, y los de secundaria, 37 más. Y los alumnos tienen más clases obligatorias: 126 horas más en primaria y 148 más en secundaria. Además, la media de estudiantes por clase en los centros públicos, 19,8,  es más baja que la de la OCDE, que asciende a 21,4. En el caso de los centros privados ocurre lo contrario: 24,5 en España frente a los 20,5 de la OCDE. Y por último, los profesores también cobran más, unos 8,300 euros más al año en primaria, y 10,500 más en secundaria.”

Cuando se trata de la razón de ser, la naturaleza y los fines de la educación, el tema se hace complejo. Ya anteriormente, y a propósito de los bajos logros alcanzados por nuestros estudiantes en las evaluaciones y los estudios nacionales e internacionales, hemos planteado las siguientes preguntas: ¿Qué es lo que no estamos haciendo bien y debemos transformarlo? ¿Qué es lo que estamos haciendo mal y deberíamos no seguir haciendo?

Nuestro sistema educativo ha adolecido de debilidades internas y amenazas externas que mellan su eficiencia; entre las debilidades se pueden citar: imagen, condición social y formación inicial de maestros y docentes muy pobre y deficiente; directivos  y maestros de centros educativos con una pobre conciencia y competencia de su gestión educativa; discontinuidad de las políticas y un excesivo “personalismo” en quienes han dirigido el sistema; organización de la estructura y de los procesos ineficientes. Entre las amenazas: una histórica baja inversión; incidencia excesiva de intereses “no esencialmente educativos”; incorporación de un porcentaje alto de niños y niñas al trabajo remunerativo fuera del hogar que riñe con los procesos de aprendizaje.

Quizás es tiempo que pongamos mayor atención a los aspectos más esenciales qué se enseña, quien enseña, cómo y a qué edad, y qué apoyo reciben los alumnos.

Conocí de la estructura organizativa del sistema educativo finlandés, me llamó poderosamente la atención dos cosas: la organización del nivel básico no se hace con criterios administrativos sino esencialmente pedagógicos: no hay primero, segundo, tercer curso, etc; sí se tiene muy claro qué debe aprender un niño o niña a los 6, 7, 8… y demás años.  Por otra parte, para llegar a ser maestro o maestra dentro de su sistema educativo, el proceso es complejo: el aspirante debe tener calificaciones promedios del nivel secundario igual o mayor de 90 puntos (el mejor es quien debe formarse como maestro); puedes terminar la formación académica universitaria, pero igual es sometido a evaluaciones de competencias; por ejemplo, para el nivel básico se requiere que la persona tenga dominios altos de la lengua, la matemática, comunicación efectiva y artes. Además  otras curiosidades: se ingresa a los 6 o 7 años, según la familia lo decida; la educación básica está concebida para que los niños y niñas aprendan jugando, así lo lúdico se constituye en uno de los ejes vertebrales de la educación básica; la lengua y la matemática se constituyen en las herramientas necesarias para la comunicación y el aprendizaje, y el número de horas es variable según las necesidades de cada niño o niña, o del grupo; los niños y niñas avanzan a su ritmo y las evaluaciones se emplean para dar seguimiento al proceso de desarrollo de cada uno, no para decidir si se aprueba o no.

Definitivamente que debemos hacernos muchas preguntas, y quizás aun reconociendo las diferencias contextuales de ése u otro país, aprender de quienes son considerados los que más han avanzado en los últimos años en educación, no replicando lo que han hecho, pero sí conociendo a fondo lo que está detrás de lo que han hecho, y que les ha dado muy buenos resultados. Estamos en un buen momento donde el currículo de nuevo se constituirá en objeto de estudio, debate y decisión. Despojémonos de la creencia de que todo lo sabemos y que no tenemos que aprender de otros. Los veinte últimos años nos dicen que parece que no todo lo sabemos, y que posiblemente no tenemos respuestas claras, precisas y pertinentes a todos los temas que se plantean en educación. Quizás una dosis de humildad es necesaria, por no decir un mea culpa colectivo.

La sociedad dominicana debe estar mayormente empoderada de la educación y de la escuela, exigiendo no sólo mayor presupuesto, sino también mayor eficiencia y cumplimiento con las funciones, las tareas y los compromisos que esto supone. La escuela dominicana no puede seguir atrapada en la mediocridad de los procesos que se gestan en ella, como tampoco de los intereses que la subsumen. Tiene que liberarse de todo ello bajo la consigna de que una educación de calidad no sólo es una cuestión derecho, sino también de ética: no hay peor situación que un niño o una niña pobre  estudie en una escuela pobremente gestionada.

A propósito de la tragedia en Japón

Los seres humanos a lo largo de miles de años, hemos ido desarrollando la idea y creencia de que somos únicos con vida racional y emocional, y eso nos ha colocado en la perspectiva de hacer y deshacer con todo, con nosotros mismos, la naturaleza y todos los seres vivos. La conciencia de que somos parte integral del entorno social y natural se ha visto limitada por tales ideas y creencias.

Para justificar tal perspectiva, históricamente hemos construido todo un conjunto de mitos y leyendas, que parecen proporcionarnos un cierto sentimiento de «seguridad» respecto a la incertidumbre de la vida, y al mismo azar, conque la naturaleza «expresa»  a través de múltiples fenómenos, los efectos que nuestro comportamiento lleva consigo. 

Al mismo tiempo, y ante el rigor con que la propia naturaleza se manifiesta, hemos construido una cultura que nos permite «adaptarnos» y sobrevivir a sus designios y manifestaciones. Todos los estilos de vida habidos y por haber a lo largo de miles de años se han construido a expensas de esta realidad. Definitivamente, que ante la lentitud con que nos adaptamos a los cambios naturales, hemos tenido la habilidad de pretender cambiar la realidad a nuestras propias características.  Para ello, hemos hecho grandes transformaciones con los instrumentos tecnológicos que nos ha proporcionado, y ha hecho posible, el conocimiento científico desarrollado.  Explotamos todos los recursos naturales necesarios, con tal de proporcionarnos una vida agradable y cómoda. Nuestros esfuerzos por alcanzar los propositos soñados, no han tenido barreras, y cuando éstas han surgido, hemos sido capaces de derribarlas o bordearlas.

En el ámbito del Oceáno Pacífico (en varias ocasiones en los últimos años), y en el del Atlántico también, se han puesto de manifiesto diversos fenómenos que van marcanodo historia: Tsunamis, terremotos, ciclones, todos con altísima intensidad, dejándose sentir con consecuencias funestas, sin importar clase social, edad, niveles educativos y/o alfabetismo, ni ningun otro distintivo social que pretenda establecer diferencias entre los seres humanos. Ante estos fenomenos «todos somos iguales», tan débiles e insignificantes, que en un solo segundo nuestra historia personal y la de nuestros seres queridos, puede pasar a ser historia. Todo lo construido, a lo largo de una vida de trabajo, puede de pronto convertirse en ruínas. Las escenas en Indonesia, New Orleans, Haití, Japón, Chile son sólo muestras de la capacidad destructiva de estos fenómenos naturales. Que al decir de los propios científicos, no son otra cosa que las consecuencias con que hemos manejado los recursos que la propia naturaleza nos ha ofrecido en gratuidad para vivir en ella.

Estamos tentados a buscar miles de explicaciones cientificas, y asi mismo, implementar igual cantidad de procedimientos tecnologicos que satisfagan nuestro deseos de sentirnos en «poder» de controlar las fuerzas de la naturaleza. Ya antes, cuando apenas naciamos a la vida como seres humanos, creamos todos los seres sobrenaturales que fue posible gracias a nuestro ingenio. Aquellos que controlaban todo tipo de fenomenos naturales, como tambien nuestras aspiraciones y deseos internos. El vinculo con ellos ha sido «adornado» tambien de muchas maneras y protocolos, tantos, que incluso es la forma de vida de miles y miles de seres humanos. Todo ello nos propociona la seguridad y certeza que necesitamos ante lo desconocido, la incertidumbre y el azar de una naturaleza que cambia a pesar de nuestros deseos y todos nuestros conocimientos.

De nuevo hoy, los medios de comunicación nos proporcionan imágenes de lo rápido conque la naturaleza se expresa, y lo rápido con que el fruto de nuestro trabajo y dedicación de toda una vida, se destruye y retuerce. ¡Cuán frágil es la vida humana y todo lo que ella ha construido!

No nos basta contemplar esta realidad tan cruda y decisiva; no, por supuesto, también construimos muchas otras miserias humanas con nuestros egoismos y afán de acumular recursos acosta de muchos hombres y mujeres. Millones de seres humanos mueren por aquellos que a otros les sobra y tira al suelo. Estos son terremotos y tsunamis que crean y mantienen catástrofes iguales o mayores que las que vivimos hoy. Nunca antes en la historia humana se ha producido tanta riqueza, conocimientos y tecnologías, pero de la misma manera, tampoco se produjo tanta miseria, exclusión y pobreza.

Aún nos encontramos a tiempo para construir un mundo más humano, justo e incluyente. Un mundo centrado en la solidaridad y la dignidad. Donde podamos sentirnos y visualizarnos como parte de la propia naturaleza y no como seres extraños a ella. La Madre Tierra nos reclama ese cambio dramático de conciencia y de acción. Solo la terquedad de quien se considera único, por encima de los derechos de los demás, no lograría entender plenamente este reclamo. 

Un gran maestro de la psiquiatría y de la psicología dominicana: Antonio Zaglul, de nuevo nos convoca.

Este jueves 10 de marzo, el Banco de Reservas y el Archivo General de la Nación, y por supuesto la familia Zaglul Zaiter, nos convocan a una actividad que ennoblece a la psicología y psiquiatría dominicanas, poniendo en circulación las Obras Selectas del  Dr. Antonio Zaglul (Tomos I y II).

Quizás las nuevas generaciones no tengan una idea muy clara de quien fue el Dr. Zaglul, y más que nada, su obra.

Antonio Zaglul era un hombre muy especial, diría que extraordinariamente especial. Quienes tuvimos la oportunidad de compartir con él en la terraza que daba al patio de su casa, en la cual vivía con su esposa la Dra. Josefina Zaiter y sus hijos (Melanie, Antonio y Miguel), del Sector de Herrera, recordamos aquel hombre alegre, jocoso, con un sentido del humor muchas veces irónico, que nos hacía pensar y reflexionar sobre tantas cuestiones de la idiosincrasia cultural y política dominicana. No había situación social relevante que se les escapara a su juicio y análisis psico-social.

Fueron muchas las ocasiones, cuando visitaba su casa en procura de mi amiga Josefina, para tantas situaciones de la psicología dominicana que nos han unido, que dicha visita terminaba siendo un diálogo (casi un monólogo) con el Dr. Zaglul sobre algún tema de interés social, político o histórico. Sobre el conocido Almirante (del cual nunca mencionaba su nombre) y el Faro que en su honor se construyera, en varias ocasiones los comentarios y sus reflexiones críticas aparecían de manera espontánea. No hay dudas, tenía el don de la palabra, locuaz a más no poder, con la sapiencia de quien conoce profundamente las interioridades del alma dominicana.

Más conocido por muchos jóvenes estudiantes como el autor de “Mis 500 locos”, obra con la cual pone de relieve la concepción y práctica psiquiátrica de la época trujillista en nuestro país, acerca del manejo de los “enfermos mentales”; pero mucho más que eso, con esa obra pretendió “despertar la caridad hacia el enfermo”, pero no aquella “caridad para pordioseros; no la caridad como sublimación de sentimientos de culpabilidad, sino la comprensión hacia la ilógica del enfermo, a los psicológicamente incomprensible del delirante, lo que se necesitaba”. Por otra parte, la lectura de su genial obra “Apuntes” se constituye en una obra de indiscutible valor para todo aquel que quiere comprender la identidad dominicana. Esa suerte de psicología y mundo oculto, donde la tristeza se mezcla con la alegría, donde no hay reparos para reír y gozarse aún en las situaciones límites de la vida: una enfermedad o la propia muerte. Las y los dominicanos aprendimos a reírnos de nosotros mismos, a “bailar nuestras penas” como afirmaba el propio Zaglul. Quizás sea esta la razón, entre otras, que a pesar de las circunstancias históricas que hemos vivido (desvastaciones, tiranías), no abandonamos nuestro sentido del humor, y hasta cierto punto, nuestra salud mental.

La psiquiatría y psicología dominicana renacen de nuevo en la obra del Maestro. No pareciera que hubiera mejor situación histórico – social para que de nuevo nos pusiéramos en contacto con la obra del Dr. Zaglul. Hoy “Apuntes” recobra un nuevo sentido, en una generación que vive el día a día, a veces en el dislate de que en la vida “tó e tó, y ná e´na”. Una juventud que parece buscar un nuevo sentido a su vida, pero que solo lo encuentra en los escaparates de las tiendas de moda, los bares que “aparecen” y “desaparecen” como pompas de jabón, o en las revistas “sociales” o de “sociedad”, donde sólo se ofrece los modelos de una vida pueril y vana. Pero también, en el mundo del Facebook y el Twitter, del bibi y el ifon, que han inaugurado una nueva manera de relacionarse, menos personal, pero constante y “directa”. Un contexto nuevo, marcado por las redes sociales a través del internet, que crea nuevos símbolos y nuevos simbolismos. Quizás serán otros los 500 locos, diferentes, enajenados por la fuerza de una realidad socio – política donde “hay de todo” y “donde todo parece posible”. En esta realidad que hoy vivimos, las reglas de juego no existen, estas cambian todos los días a “mi acomodo”, como dice la gente. No se requiere ya un 28, vivimos inmersos en el 28 del desorden de las calles dominicanas, llenas de yipetas y taxistas que no les importa nada, mucho menos las leyes y normas de tránsito. La señal de PARE significa siga; la luz verde del semáforo, es solo un indicativo de que usted tiene derecho a cruzar la intersección, pero debe tomar precauciones. Que aunque haya un semáforo con luz y funcionando, siempre habrá un Amet para hacer todo lo contrario a lo que el mismo indica; es como para volverse loco. Que un letrero que dice NO PASAJERO, es para que el taxista pernote el día entero: “soy un padre de familia que se la está buscando”. Definitivamente es otro mundo, en el que se maneja el vehículo, sobre todo “las jóvenes”, mirando hacia abajo (claro, hay que bibichear, por encima de todo). Donde el fin de semana ya empieza ¿miércoles? ¿martes? Por supuesto, el lunes es día de descanso. En fin, mundo donde la función pública no es para servir, sino para “servirse”. (Eso no es tan nuevo…).

Pero, Dr. Zaglul, cumpla con su misión otra vez, déjenos sus ideas frescas, y quizás podamos reencontrarnos con nosotros mismos, con la otra identidad: la del que disfruta pero trabaja, la del que goza pero es solidario.  Es decir, reencontrarnos en un proyecto de nación que ponga por encima de todo el desarrollo humano de todas y todos los dominicanos, pero también, la felicidad y el decoro.