Retos del pasado, del presente y del futuro en la educación dominicana.

Publicado en acento.com 15 de febrero 2021.

Cuando en el mes de marzo del año pasado 2020 toda la vida nacional se vio trastocada por la pandemia del coronavirus, la educación básica (o preuniversitaria) ya tenía por delante retos importantes y muy complejos, principalmente, en primer lugar, lograr que los logros de aprendizajes de todos los y las estudiantes llegara a los niveles esperados por el currículo y, en segundo lugar, el desarrollo de una gestión educativa de calidad que fuera un factor importante para alcanzar dichos logros.

La pandemia cerró las escuelas en lo relativo a las clases presenciales mientras que, de manera muy lenta y paulatina, se iniciaron aprestos para ofrecer dichas clases de manera virtual, a través de los recursos disponibles por las escuelas y por los propios maestros. En un sondeo por la vía electrónica que se hizo desde el Instituto Dominicano de Evaluación e Investigación de la Calidad Educativa – IDEICE, llegando incluso a recibir más de 15 mil archivos a través de correos electrónicos de las escuelas, en un porcentaje de algo más del 70%, el principal recurso empleado fue el de la telefonía móvil, haciendo uso de la plataforma WhatsApp, como medio de comunicación maestro-alumno. A través de esa misma herramienta, en más de un 90% los directores de las escuelas afirmaron dieron seguimiento a los estudiantes a través de las familias.

Aunque es preferible “algo” que “nada”, debemos reconocer las grandes limitaciones que esto supone.

Estamos ante una situación muy difícil y que supone el ejercicio de un liderazgo nacional que permita la definición de un camino estratégico que, con todas las limitaciones que la situación pandémica impone, logre que el impacto negativo en los aprendizajes de los estudiantes sea lo menor posible, logrando que todos los actores del sistema involucrado, desde sus diferentes funciones, apueste al mismo propósito.

No se puede olvidar que los factores o variables que inciden en el desarrollo de los aprendizajes de los estudiantes siguen presentes y, aún más, es posible que su efecto sea mayor en las condiciones provocadas por la pandemia.

Enumeremos algunos de esos factores, a manera de ejemplo:

  1. La pobreza socioeconómica de la mayoría de las familias y, por tanto, de los estudiantes, se ha visto ampliada. Tome en consideración al respecto el gran problema que supone el trabajo infantil y el embarazo adolescentes.
  2. Las condiciones de riesgos y vulnerabilidad se han visto acrecentadas por la pandemia. A ello, añádele toda la incertidumbre generada por el desarrollo de esta en todos los ámbitos de la vida nacional, que impacta en los estados de ánimo de la población en general.
  3. La baja calidad de los y las docentes en su ejercicio profesional y que quedaron plasmada en la última evaluación del desempeño, no es algo que haya cambiado del 2017 a esta fecha.
  4. Las limitaciones de los recursos didácticos para el proceso enseñanza y aprendizaje se han visto acrecentadas, y ello, a pesar del enorme esfuerzo y uso de los medios radiales y televisivos para la enseñanza que se viene implementando.
  5. Un modelo de enseñanza y aprendizaje que en la práctica aún supone un sujeto depositario del conocimiento (maestro/a) que es quien enseña, y un segundo sujeto (el estudiante) a quien hay que proporcionarle todo el conocimiento necesario, colocándose de espalda al enorme desarrollo del conocimiento y las tecnologías de la información, de las últimas décadas, y que definen la relación maestro-alumno de otra manera.

No es la intención de quien escribe asumir una postura pesimista ante la situación del sistema educativo en su accionar, sino más bien, reconocer estos problemas, comprenderlos y llevar a cabo las acciones que el momento amerita, no sin antes recordar lo planteado por la OCDE (Organización de Comercio y Desarrollo Económico) en el 2008, en su diagnóstico sobre las Políticas Nacionales de Educación: República Dominicana, en el cual se señala de manera muy precisa:

El contraste entre intenciones ambiciosas y progresistas y la realidad de la implementación durante la década pasada es desolador (“desolador” subrayo). A través del Plan Decenal de 1992, la Ley de Educación 66-97 y numerosas políticas, República Dominicana ha establecido planes que reflejan las prácticas más exitosas de reforma educativa en el mundo. El país efectuó avances en los años 1990, especialmente en el incremento del acceso, pero el avance para mejorar la calidad está paralizado. Diferentes evaluaciones amplias efectuadas por el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas, entre otros, han señalado pasos concretos que el país debe dar para seguir adelante. El problema no es la falta de diagnóstico, sino la falta de acción continua.” (Pág. 289)

La continuidad y evaluación continua de las políticas educativas, desde el Plan Decenal de Educación 1992-2002, ha sido una gran debilidad en el desarrollo de la educación dominicana desde entonces. Tal situación es y ha sido, una responsabilidad compartida por todos históricamente.