Es para mí un gran honor, dirigirme a ustedes esta tarde en el marco de la celebración de este 1er. Congreso Iberoamericano de Psicología, que nos aparta momentáneamente del bullicio de la ciudad, para invitarnos a la reflexión sobre las cosas que hacemos y pensamos dentro de lo que para muchos de nosotros se ha constituido en una pasión: la Psicología. Y esta vez me concentraré en ella de manera singular, no plural. Pienso que el tema que nos ocupa desborda cualquier perspectiva, enfoque o paradigma de la misma. Así fuere que mirara desde el prisma del Psicoanálisis, o de la psicología conductual, cognitiva, dialéctica, humanista o fenomenológica, la psicología, hoy día tiene ante sí una sociedad radicalmente diferente a la enfrentada hasta hoy, y por supuesto, unos seres humanos que viven dicha realidad también de una manera diferente.
Quiero iniciar mi ponencia, con lo que expresó José Joaquín Bruner en su trabajo “Educación: escenarios de futuro”, artículo publicado por el PREAL (Programa de Promoción de la Reforma Educativa en América Latina y el Caribe):
“Sabemos que hacia el año 2025 la población mundial será de alrededor de 8.5 mil millones de personas, una cantidad casi 50% superior a la que hoy habita la tierra. ¿Integraremos una única aldea global democrática, caracterizada por relaciones pacíficas entre las distintas culturas o, por el contrario, viviremos en una suerte de apartheid global, atrincherados tras los dioses y valores de nuestras propias e impenetrables civilizaciones? Los desheredados de la tierra -alrededor de 1.300 millones de personas que viven con menos de un dólar diario -¿habrán aumentado como algunos prevén, se mantendrán o el mundo habrá superado la indigencia? ¿Qué posibilidades tendrán las personas de encontrar trabajo especialmente en la parte del mundo en vías de desarrollo, si se piensa que sólo en virtud del crecimiento demográfico deberían crearse anualmente 40 millones de puestos de trabajo de aquí al año 2025 en los países de ingresos medianos y bajos? Siete u ocho de cada diez personas trabajarán en el sector servicios, en actividades y oficinas cuya fisonomía habrá cambiado al punto de volverse irreconocibles para los ojos de hoy ¿Y cuántas horas trabajará la gente? Hace 100 años, las personas que vivían en los países hoy desarrollados laboraban en promedio 2,770 horas anuales; en la actualidad esa cifra es de alrededor de 1,700 horas. Según una previsión, hacia el año 2010 en Noruega se trabajará 1,300 horas al año. Lo anterior significa que continuarán aumentando las horas disponibles para otras actividades. Por de pronto, ya en Gran Bretaña estas se han incrementado durante la vida de una persona, en promedio, de ll8 mil en l850 a 287 mil en l98l. ¿De cuánto tiempo dispondrán las próximas generaciones para aprender y educarse, para el esparcimiento y para viajar? Si pensamos que alrededor del año 2000, mil millones de personas usarán Intemet, para entonces o un poco después, ¿cuánta gente trabajará en su casa, leerá libros sin páginas y tendrá por principal mercado las autopistas de la información global?
Asimismo, sabemos que la vida urbana será más intensa y aglomerada; sólo en los países en desarrollo 4,5 mil millones de personas vivirán en ciudades para el año 2025. De estas, 17 serán mega-ciudades, cada una con más de 11 millones de habitantes. La gente tendrá que convivir en las calles –no se sabe si armada hasta los dientes o no- y respirar el aire que aún se pueda respirar, si acaso el uso de combustibles fósiles vuelve a quintuplicarse como ha ocurrido a partir de 1950. A su turno, el crecimiento de la población en las ciudades y sus márgenes, las modificaciones del medio ambiente, el incremento generalizado de la esperanza de vida y la resistencia en aumento de los gérmenes que ahora, además, se desplazan a la velocidad de los aviones incidirán en la salud de las personas. Aparecerán nuevas enfermedades y formas de tratarlas. ¿Ofrecerán la biotecnología y la ingeniería genética una solución, considerando que ya en los próximos años una de cada cuatro drogas será genéticamente producida y que el proyecto del genoma humano abre la posibilidad de multiplicar por 10 a 25 veces los actuales «blancos genéticos» (gene targets) aptos para la medicación?
En breve, durante los próximos 25 años surgirán escenarios que apenas podremos reconocer… Un horizonte inesperado y sorprendente.”
Las palabras de Bruner nos proporcionan solo las pinceladas de un mundo que está por venir, y que en cierto modo ya tenemos por delante, de una nueva sociedad que parecería sería irreconocible por nosotros mismos. Un mundo en que la virtualidad se hará y se hace, parte real y permanente de nuestra cotidianidad. En que la ciencia ficción de Isaac Asimov se hace realidad. Un mundo informatizado, automatizado. Un mundo en que la robótica dejaría ser solo tema de cine o muñequitos, convirtiéndose en parte de nuestra realidad inmediata en el hogar, en el trabajo, en las calles. Un mundo que parecería que la tecnología desplazaría a la ‘naturaleza’ de la escena humana, imponiendo “un nuevo estilo ecológico”.
Estaríamos ante un mundo que cambiará gran parte de los escenarios en que se desenvuelve la vida cotidiana de los seres humanos. Ya hoy, somos testigos de la diversidad de espacios de socialización en que nuestros niños y niñas, nuestros jóvenes y nosotros mismos, nos desenvolvemos. Espacios estos que se colocan al mismo tiempo en cualquier parte del mundo (espacio virtual, realidad virtual), traspasando idiomas y culturas, valores y estilos de vida.
Lo real de este mundo, su evidencia tangible en la cotidianidad de cada uno de nosotros, se hace presente a través de nuestros propios hijos e hijas, o en algunos casos hermanos/as menores, incluso de nosotros mismos, que vivimos inmersos en la cultura de la informática, del internet o incluso de la robótica. Que el lenguaje binario de las computadoras, para esos niños y jóvenes, parecen ser cosa de juegos, que el puntero de un mouse no se le pierde en cualquier lugar de la pantalla de una computadora, como en ocasiones nos ocurre a algunos de quienes estamos aquí presentes, y que ya pasamos de cierta edad.
Así mismo, el gran salto dado por los medios de comunicación en los últimos años, y todas las nuevas simbologías de significaciones que la red de la informática han ido originando, tan sólo son el preámbulo de esa “nueva sociedad”, la llamada “sociedad de la información”.
Por otra parte, Manuel Castells (2002) nos alerta sobre la importancia de lo que está ocurriendo hoy en el mundo de la tecnología y del internet, y su impacto en la vida cotidiana. A este respecto señala lo siguiente:
Un aspecto esencial de las nuevas tecnologías de la Información, es su estructura de relaciones de red, que generan efectos de integración e interconexión, lo cual permite un mayor número de personas y lugares interconectados, produciendo a su vez mayores flujos de información.
Para él, el “Internet no es una energía más; es realmente el equivalente a lo que fue primeramente la máquina de vapor y luego el motor eléctrico en el conjunto de la revolución industrial”.[1]
El Internet, por ejemplo, representa una malla de redes que combinan oportunidades de negocios, servicios, entretenimiento, medios de enseñanza, aprendizaje y funciones bancarias, entre otras, que estarían impactando y transformando la vida del hogar, la educación, el comercio, los servicios de salud y hasta la vida del Estado y la política.
Para Manuel Castells[2] “las redes constituyen la nueva morfología social de nuestras sociedades y modifican la operación y los resultados de los procesos de producción, experiencia, poder y cultura”.
Sin embargo, de acuerdo al parecer de Bruner, la red estaría lejos de ser inclusiva y ofrecer iguales oportunidades de acceso a diferentes sociedades, sino que reproduce, por el contrario, desigualdades de infraestructura, tecnologías, conocimiento y poder, prevalecientes a nivel mundial. Más del 90% de las personas conectadas a Internet, viven en los llamados países desarrollados.
Por otra parte, es la emergente Sociedad de la Información, con sus contradicciones y brechas a nivel global, la que proporciona el entorno donde se han de desarrollar los nuevos escenarios donde se producirán los procesos de los aprendizajes de las nuevas generaciones.
Según el punto de vista de Bruner, la utilización de este nuevo potencial tecnológico estaría produciendo profundas mutaciones socioculturales. La revolución tecnológica convierte a los procesos simbólicos en parte importante de las fuerzas productivas de la sociedad, constituyendo el cambio tecnológico, y el capital humano factores decisivos en el crecimiento económico y la competitividad. Y es que el núcleo de la gran revolución científica y tecnológica de hoy lo constituye el conocimiento. No se trata de la tecnología en sí misma, ni mucho menos en los productos tecnológicos, sino más bien en el conocimiento que hace posible estos desarrollos.
Por ejemplo: sabían ustedes que actualmente se ha desarrollado en el Instituto Max Planck, en Alemania, un neurochip, que integra células nerviosas de un caracol (Lymaea stagnalis) en un microchip de silicio.
En la micrografía se aprecia una neurosa –en naranja- integrada a un chip. Los transistores del dispositivo excitan la célula que entonces envía la señal a las otras neuronas.
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Las aplicaciones que se vislumbran para esta tecnología, es su implante que funcionará como neuroprótesis capaz de sustituir las funciones del tejido dañado del sistema nervioso. Algunos le llaman “la computadora de ADN”. Tomemos en consideración lo que estos significa: un centímetro cúbico de ADN (ácido desoxirrebonucleico) contiene más información que un billón de discos compactos.
Es decir, estamos en un mundo donde el conocimiento se constituye en la herramienta fundamental del desarrollo. Hoy los esquemas de dominio que jugaron un papel fundamental en los años 60 y 70: desarrollo – subesarrollo; centro – periferia están dando paso a una nuevas complejidades políticas, económicas, sociales y culturales. Esta realidad está marcando serias brechas, no solo entre los países, ya de por sí abismales, sino incluso entre las mismas generaciones dentro de un mismo país. Es la brecha digital.
De esta forma los procesos culturales entran en el ámbito del comercio y del mercado. El desarrollo del capital humano, se constituye en el propósito fundamental de esta nueva sociedad. Las nuevas tecnologías, además proporcionan la reingeniería de las organizaciones, desde empresas hasta los gobiernos, en procura de adaptarse a una emergente sociedad de la información.
Inmersos en este mundo, caeríamos en un gravísimo error si partiéramos del supuesto que de que éste mundo no nos afecta, de que estamos exento de sus inoculaciones, que nuestra manera de ver la vida, de comprenderla y actuar en ella, sigue solo los patrones incorporados en nuestra niñez; supondríamos que “…lo exterior puede experimentar transformaciones profundas, sin que tales transformaciones se reflejen y repercutan profundamente en lo interior” (pag. 21: La Psicología y el hombre de hoy. Luis Pinillos). O dicho de otro modo: “…sería ilusorio suponer que los cambios ecológicos provocados incesantemente por la técnica no afecten las estructuras comportamentales de los organismos que a ellos han de adaptarse”. (idem).
No podemos negar, que las grandes transformaciones que nuestro mundo está experimentando, repercuten y seguirán repercutiendo de manera sensible en toda nuestra vida, cambiando y modificando no solo nuestra forma de ver y entender el mundo, sino transformando nuestra propia acción en él, nuestras subjetividades: la manera como sentimos, como vivenciamos interiormente las cosas.
Y es que todas estas grandes transformaciones de revolución tecnológica y desarrollo del conocimiento científico que se vienen desarrollando, han ido convirtiendo como esenciales incluso a las fuerzas productivas sociales, los procesos simbólicos. Es decir, los elementos con los cuales le damos significación al mundo que nos rodea, y que guían nuestra acción consciente. Ninguna sociedad parece estar exenta de tal realidad.
Desde ese sentido incluso, y enmarcados dentro de la Teoría del Capital Humano de Schultz, hoy la educación – por ejemplo – se reconceptualiza como una variable independiente del desarrollo económico y la productividad. De ahí el auge de dicha teoría y la importancia creciente, que los organismos financieros internacionales otorgan, a la educación. Y es que hoy, la economía mundial, parece descansar en la utilización del conocimiento. “Se reconoce ahora al conocimiento como la fuerza que conduce la productividad y el crecimiento económico, lo cual lleva a replantear el rol de la información, la tecnología y el aprendizaje para el desempeño económico”. (Bruner, pag. 16).
Y por supuesto, también las formas de producir y utilizar los conocimientos, cambian. De ahí que la educación haya sido conmovida por las nuevas teorías del desarrollo cognitivo, planteando la necesidad de desarrollar, como propósito principal, las capacidades y destrezas cognitivas de los seres humanos, Y es que incluso, “la productividad del conocimiento va a ser, cada vez más, el factor determinante en la posición competitiva de un país, una industria, una compañía”. (Peter Drucker, 1993. La sociedad post capitalista, Edit. Norma).
La producción de conocimientos en red y las interconexiones sin tiempo ni espacio que se establecen entre los analistas simbólicos, serán un rasgo central de la sociedad de la información (Realidad virtual). De esta forma la globalización, la interconectividad y la multiplicación de flujos de ideas, información, experiencias, personas, productos y servicios, conducirán a una reorganización de las actividades del conocimiento.
Según Castells, las redes crean una nueva organización social para las actividades del conocimiento, basadas en la innovación, la descentralización y la globalización, adaptándose a un nuevo entorno y a una nueva cultura, donde el tiempo y el espacio comienzan a cobrar una nueva dimensión.
Se trata de una nueva cultura, que está creando una nueva manera de pensar y hacer las cosas; de razonar y sentir. Una nueva manera de comportarnos. Una nueva manera de vivenciar la realidad misma.
Para Castells, «la dimensión cultural, es decir, el sistema de valores, creencias y formas de construir mentalmente una sociedad, es decisiva en la producción y las formas de Internet…” e “Internet no es solamente ni principalmente una tecnología, sino que es una producción cultural”. Y esta creando una nueva cultura de la comunicación y del conocimiento, y por tanto, una nueva manera de relacionarse los seres humanos.
Pero, aún desde un punto de vista estrictamente biológico, la vida ha cambiado. Toda la acción del desarrollo industrial y tecnológico ha ido modificando sustancialmente nuestro entorno. ¿Pero cuáles modificaciones estarán en proceso de ejecución en nuestro propio organismo, con la invasión de químicos que diariamente ingerimos en nuestras comidas, los que absorbemos en el aire contaminado o en los cócteles variados que empleamos para tratar nuestros males, o para pretender incluso reafirmar nuestras “supuestas potencialidades”? Hoy, más que nunca, reconocemos los límites de las posibilidades de sobre-vivencia que tiene la especie humana, dentro de ciertos límites ecológicos.
Por otra parte, y a partir de las aplicaciones de éste impresionante desarrollo tecnológico, también nos avocamos a importantes avances en el desarrollo de las ciencias genéticas. Y esto es solo el principio. Craig Venter, director de los laboratorios Celera Genomics, Maryland, anunció a los medios de comunicación importantes del mundo, “que sus investigadores habían conseguido secuenciar el genoma completo de una persona”. Se tiene ya la certeza de que el impacto de los estudios sobre el genoma humano, no solo tendrán un enorme impacto en la biomedicina, sino también en los ámbitos económicos y sociales a nivel planetario. (pag. 40). Y por supuesto, agrego una vez más, en la manera como somos, como sentimos, como actuamos.
El desarrollo de esta sociedad de la información, al mismo tiempo, “supone adicionalmente una mayor compenetración entre diversas culturas, la difusión internacional de los estándares de consumo propios de las sociedades industriales y la aparición de un mercado global de mensajes audiovisuales. El impacto de dichos procesos –señala Bruner- amenaza con poner fin al ordenamiento tradicional de la esfera simbólica”. (Bruner, 10). Es decir, de los valores propios a partir de los cuales entendemos la realidad y actuamos en ella. A la manera como concebimos las cosas y nos concebimos a nosotros mismos, y a nuestras relaciones con los demás.
Es así como vemos el desarrollo de nuevos espacios y nuevos medios de socialización, sustituyendo los tradicionales propios de la familia, las iglesias y la escuela. Esta realidad hace universales valores personales y sociales propios de culturas, que algunas personas juzgan de desarrolladas y/o avanzadas. Culturas estas caracterizadas, entre otras cosas, por –como señala Pinillos- “la desorientación existencial, la depreciación de la experiencia personal, la dificultad de adquirir unos hábitos adaptativos duraderos, el distanciamiento creciente entre las generaciones, el desgaste de las instituciones, la desaparición de los vínculos comunitarios, la debilitación de las relaciones de autoridad, la insolidaridad con el pasado…”. (Pinillos, pag 22).
Por otra parte, de una cultura de la individualidad, conceptualizada por Blejar, como la cultura del yo. Una cultura en que la idolatría a la propia persona se enseñorea en el hogar, la escuela, las iglesias, los clubes sociales y culturales, en fin, en todas las instituciones que le dan soporte a la sociedad misma.
En el Informe de la Encuesta Mundial de Valores Sociales, y que se publicó con el título “Tendencias mundiales de cambio en los valores sociales y políticos” por Juan Díez Nicolás y Ronald Inglehart (Madrid, 1994), Loek Halman y Ruud De Moor, plantean en la conclusión: “que la individualización y su estela de secularización constituyen un proceso que avanza, transformando profundamente la cultura occidental”. (Pag. 59)[3] Con la individualización, la cultura del consumo nos subsumen en una idolatría impresionante a la mercancía. Todo se vende y todo se compra. Todo tiene un precio, incluso en ocasiones, la dignidad y el decoro humanos.
LOS RETOS DE LA PSICOLOGÍA
¿Cómo puede la Psicología enfrentar tales retos? ¿Qué hacer desde la formación de los nuevos profesionales de la Psicología? ¿Desde cuáles supuestos diseñar e intervenir en las realidades humanas individuales y sociales?
Tales problemáticas planteadas nos colocan en la reafirmación de que nuestro objeto de estudio es el ser humano como totalidad. En sus procesos y sus comportamientos. En la complejidad de su vida interior, y en las mediaciones de su entorno. En su proceso subjetivo, interior de construcción permanente como ser humano, y en los mecanismos no menos complejo de la adaptación humana, pero al mismo tiempo de su capacidad de transformar su entorno. El ser humano crea, transforma y se adapta al ambiente, en una dialéctica continua de la persona, la situación o realidad, y de la relación persona y situación. Esto implica, necesariamente, una amplia perspectiva de mira, sin dejar por supuesto la rigurosidad del pensamiento científico.
Y es que escondido en este pensamiento hay una presunción que ahora explicito, y que tomo del Prólogo del que para mí se constituye uno de los mejores textos de Historia de la Psicología, el de Thomas Leahey, donde se afirma: “La historia de la Psicología es algo más que una colección ordenada de nombres, fechas, lugares y realizaciones. Es la historia de los esfuerzos de los seres humanos para descubrir un orden en sí mismos, y resulta de una compleja interacción de causas históricas y de razonamientos que justifican diversos sistemas. Al ser los seres humanos al mismo tiempo objeto y sujeto de la Psicología, es lógico suponer que la historia de la misma trascienda las causas del desarrollo interno de los conceptos estrictamente técnicos”. (p.14)
Si acepto esta hipótesis no tengo más alternativa que pensar en la Psicología desde los profundos cambios que los seres humanos estamos experimentando hoy, inmersos en una nueva realidad (la realidad virtual), que nos hacen vivenciar las cosas de maneras diferentes. Que van cambiando nuestra manera de enfrentar, de entender, de sentir y de actuar ante la realidad.
No es posible acercarnos a la comprensión de este ser humano complejo, sino lo hacemos desde una perspectiva interdisciplinaria y multidisciplinaria. Desde una perspectiva holística (integradora) y flexible. La biología, y dentro de ella, la genética, todas las ciencias sociales y las propias ciencias naturales, la reflexión filosófica incluso teológica, nos proporcionan conocimientos útiles que nos permiten situar en sus contextos a estos seres humanos. Comprender las transformaciones culturales que hoy vive la sociedad en su conjunto, nos proporciona una matriz importante para entender la vida humana y sus posibilidades frente a un mundo que se hace cada vez más complejo. ¿Es posible continuar comprendiendo a los seres humanos desde esquemas rígidos, que parten de presunciones mecanicistas y elementalistas y por demás reduccionistas? Aunque la respuesta pudiera ser obvia, ¡pues claro que no!, enfrentarla, y aún más, tratar de dar una respuesta es un reto no para un psicólogo o una psicóloga en particular. Es un reto histórico. Erich Fromm (1961-75) en su libro “Marx y su concepto del hombre” señala: “No obstante, el hombre varía en el curso de la historia; se desarrolla; se transforma, es el producto de la historia; como hace la historia, es su propio producto”. (p.37). Esta vieja idea filosófica del devenir, es la que está supuesta también en la “Estructuras de las revoluciones científicas” de Thomas S. Kuhn.
Un ser humano que se ha visto compelido a cambiar no solo el contenido de las cosas que piensa (¿de la conciencia?), sino incluso de la estructura de su propio pensamiento (¿de su conciencia?). ¿Qué significa hoy, por ejemplo, el problema de la distancia que nos puede separar de otra persona? ¿Se vivencia esta distancia de la misma manera? Cuando nos sentamos frente al computador (ordenador en el buen castellano) y tenemos la oportunidad de “chatear” con esa otra persona, pareciera que la distancia no existe. Que los dedos de estas cuatro manos se entrecruzan; que incluso las miradas traspasan la brillantez del monitor. Ha nacido una nueva manera de comunicación que cambia nuestra experiencia y percepción de la distancia, y de la propia comunicación.
Esta nueva sociedad que se viene forjando, que parece moverse en la incertidumbre y que invade todas las esferas de la vida, imponiéndose con violencia en nuestra cotidianidad, quiebra nuestros sistemas de valores y creencias, sin aportar un marco ético explícito, una reflexión sobre el ser humano, que permita reconstruir nuestros modos de pensar, sentir y actuar. Situación que para muchos, estaría colocando a la sociedad en un estado de anomia existencial. Muchos hablan de una net-generación como representantes de los resultados más exquisito, de lo técnicamente más avanzado, de aquello que pareciera sobreponerse a “viejo”. La Psicología está compelida a proporcionarnos nuevos entendimientos de este ser humano que se viene constituyendo. Debe proporcionarnos una base racional de pensamientos que nos permitan situar estas nuevas subjetividades, estas nuevas maneras de enfrentar, entender y actuar en la vida. Debe permitirnos comprender los nuevos valores, las nuevas actitudes frente a sí mismos, y frente a los “otros” que se están construyendo.
Una de las perspectivas psicológicas que se encuentra hoy más exigida en este proceso de comprensión del ser humano, tanto de su vida interior como de sus posibilidades de acción, lo es la llamada Psicología Cognitiva o Cognitivismo. Desde el pensamiento de Jean Piaget y los de Lev Vigostky, así como los de Bruner, Coleman, Maturana y Howard Gardner, por solo citar algunos, se procura responder muchas de estas interrogantes.
Con su concepto de las “inteligencias múltiples” Howard Gardner nos fascina en ese intento de mirar al ser humano en una dimensión más compleja y dinámica. Joseph Walters, coautor junto a Gardner del libro “Inteligencias múltiples, en su capítulo “La teoría en la práctica” habla de la necesidad de entender a la inteligencia como “…susceptible de codificarse en un sistema simbólico: un sistema de significado, producto de la cultura, que capture y transmita formas importantes de información. El lenguaje, la pintura y las matemáticas son tres sistemas de símbolos, prácticamente mundiales, que son necesarios para la supervivencia y la productividad humana”. (Pag. 34) Para cada una de estas inteligencias, Gardner da un ejemplo de algún personaje histórico, que a su juicio, muestra una facilidad inusual en esta inteligencia. Veamos.
- Inteligencia musical: Yehudi Menuhin. A la edad de tres años, acompañaba a sus padres cuando éstos asistían a los conciertos de la Orquesta de San Francisco. El sonido del violín de Louis Persinger encantaba tanto al pequeño que insistió en tener un violín para su cumpleaños y que Louis Persinger fuera su profesor. Obtuvo ambas cosas. A la edad de diez años, Menuhin ya era un intérprete de fama internacional (Menuhin, 1977).
- Inteligencia cinético-corporal: Babe Ruth. Con quince años, jugaba tercera base. Durante un partido, el lanzador de su equipo lo estaba haciendo muy mal y Babe Ruth lo crítico en voz alta desde su tercera base. Mathias, el entrenador, gritó: “¡Ruth, si sabes tanto, lanza TU!”. Babe quedó sorprendido y desconcertado porque nunca había lanzado antes, pero Mathias insistió. Ruth dijo después que en el mismo momento en que subió al montículo del lanzador, SUPO que estaba destinado a ser un lanzador y que resultaba “natural” para él conseguir el strike-out. Efectivamente, llegó ser un gran lanzador en la liga nacional (y, por supuesto, consiguió una fama legendaria como bateador) (CONNOR, 1982).
- Inteligencia lógico-matemática: Bárbara McClintock. En 1983 Bárbara McClintock ganó el premio Nobel de medicina y fisiología por su trabajo en microbiología. Sus capacidades intelectuales de deducción y observación ilustran una forma de inteligencia lógico-matemática que a menudo recibe el nombre de “pensamiento científico”. Un episodio resulta particularmente ilustrativo. Cuando trabajaba en Cornell como investigadora, allá por los años 20, McClintock se enfrentó un día a un problema: aunque la teoría predecía un 50% de polen estéril en el maíz, su ayudante en la investigación (haciendo trabajo “de campo”) estaba encontrando plantas que sólo eran estériles en un 25 ó 30%. Preocupada por esta discrepancia, McClintock dejó el campo de maíz y volvió a su despacho, donde reflexionó durante media hora: De repente salté de mi silla y volví corriendo al campo (los demás aún estaban en el otro) grité: “¡Eureka, lo tengo! ¡Ya sé qué significa el 30% de esterilidad!”. …Me pidieron que lo explicara. Me senté con una bolsa de papel y un lápiz y empecé desde el principio, cosa que no había ocurrido hecho todavía en mi laboratorio. Todo había ocurrido tan rápido: apareció la respuesta y yo salí corriendo. Ahora lo elaboré paso a paso –se trata de una serie compleja de pasos- y llegué al mismo resultado. Miraron el material y vieron que era exactamente como yo decía: funcionaba exactamente como yo lo había esbozado. Pero, ¿cómo lo supe, sin haberlo hecho antes previamente sobre el papel? ¿Por qué estaba tan segura?” (Séller, 1983, pág. 104).
- Inteligencia lingüística: T. S. Elliot: A la edad de los diez años, creó una revista llamada Fireside a la que sólo él aportaba artículos. En un período de tres días, durante sus vacaciones de invierno, creó ocho números completos. Cada una incluía poemas, historias de aventuras, una columna de chismorreos y una sección de humor. Parte de este material ha sobrevivido y muestra el talento del poeta. (Soldo, 1982).
- Inteligencia espacial: La navegación en las Islas Carolinas de los Mares del Sur se consigue sin instrumentos. La posición de las estrellas, tal y como se ven desde las diferentes islas, los esquemas climáticos y el color de las aguas son las únicas señalizaciones. Cada trayecto se descompone en una serie de segmentos, y el navegante toma nota de la posición de las estrellas dentro de cada uno de estos segmentos. Durante el viaje real, el navegante debe visionar mentalmente una isla de referencia cuando pasa bajo una determinada estrella y a partir de aquí calcula el número de segmentos completados, la proporción del viaje restante y cualquier otro tipo de corrección de rumbo que hay que tomar. El navegante no puede ver las islas mientras navega; en vez de eso proyecta sus posiciones en su “mapa” mental del trayecto. (Gardner, 1983).
- Inteligencia interpersonal: Anne Sullivan: con escasa preparación formal en educación especial y casi ciega, inició la sobrecogedora tarea de educar a una niña de siete años, ciega y sorda, Helen Séller. Los esfuerzos de Sullivan para comunicarse con ella se complicaban por la lucha emocional que sostenía la niña con el mundo que la rodeaba. En su primera comida juntas, tuvo lugar la siguiente escena: Annie no permitió a Helen poner la mano en su plato y tomar lo que quería, como se había acostumbrado a hacer con su familia. Se convirtió en una pugna de voluntades: la mano se metía en el plato, la mano era apartada con firmeza. La familia, muy trastornada, salió del comedor. Annie echó la llave a la puerta y empezó a comer mientras Helen se tiraba por el suelo pataleando y chillando, empujando y tirando la silla de Annie. [Después de media hora] Helen fue recorriendo la mesa buscando a su familia. Descubrió que no había nadie más y esto la saco de sus casillas. Finalmente, se sentó y empezó a comerse el desayuno, pero con las manos. Annie le dio una cuchara. Fue a parar inmediatamente al suelo, y la lucha comenzó de nuevo (Lash, 1980, pág. 52). Annie Sullivan respondió con sensibilidad al comportamiento de la niña. Escribía a su familia: “El problema mayor que voy a tener que solucionar es cómo disciplinarla y controlarla sin destruir su espíritu. Tendré que ir bastante despacio al principio e intentaré ganarme sus amor”. De hecho, el primer “milagro” tuvo lugar dos semanas después, antes del famoso episodio en el surtidor de agua. Annie había llevado a Helen a una casita cerca de la casa familiar, donde pudieran vivir solas. Después de siete días juntas, la personalidad de Helen sufrió, de repente, un profundo cambio; la terapia había funcionado: El corazón me baila de alegría esta mañana. ¡Ha ocurrido un milagro! La criaturita salvaje de hace dos semanas se ha transformado en una niña gentil (pág. 54). Dos semanas después, ocurrió la primera toma de contacto de Helen con el lenguaje, y desde ese momento en adelante, progresó a una velocidad increíble. La clave del milagro del lenguaje fue la penetración psicológica de Anne Sullivan en la persona de Helen Keller.
- Inteligenciaq intrapersonal: Virginia Woolf: En uno de sus trabajos, Virginia Woolf discute acerca de la “existencia algodonosa”, los diversos acontecimientos mundanos de la vida. Contrasta este “algodón” con tres recuerdos específicos e intensos de su infancia: una pelea con su hermano, la contemplación de una flor en el jardín y la noticia del suicidio de un conocido de la familia: Estos son tres ejemplos de momentos excepcionales. Los comento a menudo o, más bien, aparecen inesperadamente. Pero ésta es la primera vez que los he puesto por escrito y me doy cuenta de algo que nunca hasta ahora había percibido. Dos de esos momentos condujeron a un estado de desesperación. El otro condujo, por el contrario, a un estado de satisfacción.
La sensación de horror (al oír hablar del suicidio) me dejó impotente. Pero en el caso de la flor, encontré un motivo; y así fui capaz de enfrentarme a la sensación. No me sentía impotente.
Aunque todavía tengo la peculiaridad de recibir estos sobresaltos repentinos, ahora siempre son bienvenidos; después de la primera sorpresa, siempre siento al instante que me son particularmente valiosos. Y así continúo pensando que mi capacidad para recibir sobresaltos es lo que hace de mí una escritora. Arriesgo la explicación de que, en mi caso, un sobresalto viene inmediatamente seguido por el deseo de explicarlo. Siento que he recibido un golpe; pero no, como pensaba de niña, un golpe de un enemigo oculto en el algodón de la vida cotidiana; es o será una revelación del algún tipo; es una muestra de algo real detrás de las apariencias; y yo lo hago real expresándolo en palabras (Woolf, 1976, págs. 69-70).
Hoy incluye otras dos inteligencias: la natural y la trascendente.
El concepto de inteligencia para Gardner surge de la consideración de los problemas, los contextos en los que estos problemas acontecen, y los productos culturalmente significativos que resultan de ellos, desde esta perspectiva, la inteligencia no es abordada como una facultad humana capaz de explicar cualquier acto de resolución de problemas.
Los esfuerzos por llegar a formular consideraciones capaces de explicar la complejidad humana, que sirvan de respuesta a la situación que enfrentamos hoy los seres humanos, también se manifiestan en otros ámbitos de la psicología. Autores como Abraham Maslow, Capra, Grof, Wilber, Walsh, Vaughan, y muchos otros, nos alertan a no quedar atrapados en unos enfoques limitados, rígidos y estrechos. Que nos avoquemos a la búsqueda de enfoques más amplios, que permitan la complementariedad de los modelos, la amplitud de miras y la integración de explicaciones alternativas.
El propio Abraham Maslow, ya en el 1968, en una consideración crítica de su propio planteamiento acerca de la autorrealización, planteaba las posibilidades que el individuo transcendiera los límites habituales de la identidad y la experiencia. “Considero –señalaba Maslow- que la psicología humanista, la psicología de la tercera fuerza, es un movimiento de transición, una preparación para una cuarta psicología, “superior” a ella, transpersonal, transhumana, centrada en el cosmos más que en las necesidades y los intereses humanos, una psicología que irá más allá de la condición humana, de la identidad, de la autorrealización y cosas semejantes”. (El hombre autorrealizado, 1973). Preveía Maslow ya la llamada sociedad de la información, virtual, que nos aproxima a lugares inmensamente distantes, que nos hace vivir intensamente las realidades cotidianas de hombres y mujeres de otras culturas y entornos, como si estuviéramos presentes desde ya, en esas culturas y entornos.
- La Psicología como actividad científica y profesional, pero al mismo tiempo, la psicología como formadora de psicólogos y psicólogas hoy, no puede ignorar los cambios que están aconteciendo en la cultura y en la sociedad, y por ende, en el ser humano mismo. No puede dejar de lado el “rigor” de la ciencia, pero al mismo tiempo, tampoco la “amplitud de miras”.
- Debe continuar fomentando la investigación y comprensión del ser humano y sus procesos, al mismo tiempo que revisa críticamente los supuestos desde los cuales construye sus teorías y sus conceptos y definiciones. Es decir, no debe aferrarse a prejuicios que le atan y le impidan ver lo que los seres humanos de hoy viven interna y externamente.
- Es decir, se requiere de una actitud constantemente crítica, creativa y generadora en la búsqueda de nuevos conocimientos. Afanosamente comprometida con la actualización científica y el quehacer científico y profesional. Inspirada en la vida misma de los hombres y mujeres, que hoy son sujetos de la Historia de la Psicología del mañana.
- “No quisieran encontrar en la vida más que paz y seguridad; con eso renuncian de antemano a una dirección activa de su vivir y se someten al ciego destino”. Ignace Lepp. Riesgos y Osadías del Existir.
Ponencia presentada en el Ier CONGRESO IBEROAMERICANO DE PSICOLOGÍA organizado por la Asociación Dominicana de Estudiantes de Psicología (2002).
[1] Manuel Castells (2002). La dimensión Cultural de Internet.
[2] Manuel Castells (1977). The Information Society. Paris. Citado por Bruner, op. Cit. Pág. 12.
[3] “Individualización y cambio de valores en Europa y Norteamérica”.