En medio de la situación que estamos viviendo producto del COVID-19, muchos han planteado que de manera definitiva retornaríamos a una “nueva normalidad”, que el mundo que hemos conocido hasta entonces cambiará. Hay quienes se abren grandes expectativas, otros no tanto, son más cautelosos al respecto.
En definitiva, la situación que estamos viviendo es inédita. La mayoría de las personas en cuarentena, en un confinamiento obligatorio y, en una gran medida, asumiendo múltiples tareas tanto las propias del trabajo, como las de la vida en el hogar; el teletrabajo, al que no estábamos acostumbrados, nos ha venido por añadidura. Muchos tienen la sensación de dedicar en este momento más horas al trabajo, que las que normalmente hacían en “situaciones normales”. De manera muy particular, soy de aquellos que se resistían a ofrecer la docencia por los medios virtuales, a final de cuentas, hemos tenido que aprender por ensayo y error, pues sencillamente “no hay de otra”.
De manera definitiva, el miedo o temor al contagio por coronavirus ha ido imponiendo nuevos estilos de vida, en todos los órdenes.
¿Cuáles son las posibilidades de cambios reales y en qué sentido serán estos? ¿Cómo será ese mundo nuevo por venir?
En el espacio del poder mundial, se habla de una “especie de gobierno mundial”, con una especie de administradores ejecutivos en los países, de tal manera que se pueda asegurar o la preservación del orden mundial o “la imposición de un nuevo orden mundial”, como prefieren llamarlos otros. Hoy estas cosas aparecen en las redes sociales, como aparecen las piernas y algo más de muchas las divas del cine, la televisión y del negocio del entretenimiento, expuestas al público sin ningún pudor. Los miles de millones de seres humanos que habitamos en la tierra, parecería que somos solo peones en su tablero de intereses económicos y políticos.
Aquellos dedicados a las predicciones del futuro, están en sus aguas. Y los hay de todas las especies. Pienso que no es tan fácil hacer predicciones en estos ámbitos. Las variables y factores que mueven los hilos del mundo son muchos y complejos, y no solo de orden económico, aunque por supuesto, es el principal determinante en última instancia, como se decía en los años sesenta. Los movimientos sociales asumen toda suerte de proyectos, que movilizan millones de personas de todas las edades y clases sociales.
Muchas cosas han venido cambiando desde hace algún tiempo, así como los ámbitos y el manejo del poder por igual. El desarrollo sin precedentes de las redes sociales ha generado nuevos ejercicios del poder. Manuel Castells en su artículo El poder en la era de las redes sociales señala que “no hay una forma, un poder, sino una serie de relaciones de poder articuladas y, por tanto, donde hay poder siempre hay un contrapoder”; señalando más adelante al considerar los procesos de cambios sociales: “En eso consiste la dinámica del cambio social, pues en cada momento lo que estamos viviendo son relaciones institucionales de dominación que persisten hasta que entran en conflicto con nuevas formas de resistencias a la dominación”.
El mundo interconectado de redes sociales que vivimos hoy ha ido inaugurando un nuevo estilo de organización y dominación social, pero al mismo tiempo que nuevas maneras de resistencia. El binomio comunicación y poder ha cambiado en su forma y en roles de muchos de sus actores. No se trata solo del ejercicio de un “poder hegemónico que traza las pautas”, sino de una compleja e intrincada interacción permanente desde lo global y local, donde se manifiestan abiertamente los planes y deseos del “orden”, como también de la “resistencia”. Desde este nuevo espacio de comunicación se van construyendo, según plantea Castells, nuevas relaciones de poder y de construcción del poder mismo.
Un caso muy peculiar y una muestra de esa nueva realidad, fue la lucha por una educación de mejor calidad desarrollada por el estudiantado en Chile, y conocida como el “movimiento de los pingüinos”. Estos, mientras “dialogaban y negociaban” con los funcionarios del gobierno iban enviando mensajes a los líderes de redes que provocaban nuevas respuestas, creando así condiciones más favorables para ésa misma conversación. Por supuesto, la mayoría de los funcionarios ni sabían que esto estaba ocurriendo. Las experiencias desarrolladas en otros países de contextos muy diversos son indicativos de estas nuevas formas de ejercicio del poder. Son muchas las cosas, que en la época que nos ha tocado vivir, están cambiando.
Cambios sociales y cambios mentales:
Los cambios sociales vienen aparejados, de alguna manera, de cambios mentales. Erich Fromm, en su libro publicado post mortem Lo inconsciente social (1990) y ante la necesidad de una revisión profunda del pensamiento freudiano que él llama “la revisión dialéctica de la teoría freudiana clásica” estructurándola en seis ámbitos fundamentales de esta teoría: la teoría de los impulsos, de lo inconsciente, de la sociedad, de la sexualidad y del cuerpo, y la terapéutica psicoanalíticas, plantea cinco consideraciones comunes que señalo de manera sucinta, pero con especial atención a la última de ellas, a propósito del tema en cuestión, y son:
- Un cambio de perspectiva filosófica: del materialismo mecanicista al materialismo histórico y al pensamiento evolutivo, o bien, a la fenomenología y al existencialismo.
- Cambio en nuestro modo de conocer: abandonar esa forma impersonal y objetiva de conocer, propio de las ciencias naturales, al “conocimiento por vivencia activa”, que él llama el método científico adecuado para comprender a las personas.
- Cambio en nuestra concepción del hombre (ser humano): pasar del hombre máquina, aislado y sólo secundariamente social, al ser fundamentalmente social, que en el ámbito de sus relaciones es que se originan sus pasiones y afanes.
- Asunción de una perspectiva u orientación humanista: desde la identidad fundamental del potencial de todos los hombres y la aceptación incondicional del otro, por no ser distinto a mí.
- Asunción de un entendimiento sociocrítico del conflicto derivado de la contradicción entre el interés por la continuidad de casi todas las sociedades, con el interés del ser humano en el máximo desarrollo de sus potencialidades, lo que lo lleva a la no aceptación de las ideologías por sí mismas, buscando la verdad y liberación de los engaños, de la conciencia errónea y de las ideologías. ¿Ideología como falsa conciencia según plantearon Engels y Marx en la Ideología alemana?
Para Fromm, las necesidades del ser humano por la supervivencia nacen de la riqueza de sus potencialidades: quiere amar porque tiene corazón; quiere pensar porque tiene cerebro; y quiere tocar porque tiene piel. La condición de su existencia le viene dada por ser-parte-del-mundo y sin el mundo, él no puede ser.
¿Cómo repensar el mundo sin ser capaces de mirar lo que de por sí ha ido cambiando en los seres humanos mismos, tanto en su manera de ver, juzgar y actuar en el mundo? ¿Qué mundo para qué ser humano? Quizás valga la pena traer la palabra de Jesús, recogida en el Evangelio de Lucas: “Nadie corta un trozo de vestido nuevo para arreglar un vestido nuevo”, o “ni tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo hace que los odres revienten”. Obvio, ¿no?
Howard Garner en su obra Mentes flexibles: el arte y la ciencia de saber cambiar nuestra opinión y la de los demás, hace referencia a la relación entre el cambio de conducta y el cambio mental o cambios de mentalidades, poniendo de relieve el rol que los líderes tienen en ese ámbito. En dicha obra hace referencia a lo que llama factores o “palancas de cambio”, identificando siete, estas son: la razón, la investigación, la resonancia, las redescripciones mentales, recursos y recompensas, sucesos del mundo real y las resistencias. Mientras los primeros seis factores abogan por el cambio, los impulsan, el último se constituye en el factor de resistencia al cambio y condiciona los procesos de cambio.
Parecería obvio aceptar que las situaciones del ejercicio del poder han cambiado y que no será posible entenderlo desde una única perspectiva un tanto lineal o causal. Los ámbitos y la forma de ejercicio del poder son múltiples y con ello hay que contar. Nuevos actores han ido surgiendo con notables influencia, sobre todo, en las poblaciones jóvenes. Algunos les llaman “influencer”, para referirse a su poder de influenciar en el desarrollo de actitudes y comportamientos personales y sociales.
En este mundo complejo, interconectado y tan cambiante, no es posible seguir pensando los cambios con mentes viejas, sin que ello signifique la no valoración de la experiencia y sabiduría que generan los años. Por supuesto que no. Pero sí se trata de comprender que son nuevos tiempos y, por tanto, nuevas las posibilidades de afrontar los problemas que nos aquejan.
En este momento, seguimos inmersos en la crisis de salud pública provocada por la pandemia del coronavirus. Junto a ella, se va desarrollando una crisis igualmente compleja, de naturaleza económica. Se requiere de un liderazgo político y social generador de una dinámica social diferente. El reto está ahí, y ahí también, las nuevas oportunidades.