No cabe la menor duda que si queremos una educación calidad, es imprescindible contar con docentes de calidad. Dicho de otra manera, si queremos que nuestros estudiantes alcancen altos niveles de logros, en cualquiera de las áreas en que se organiza su formación, se requiere de docentes que tengan un dominio por encima de las expectativas que se tengan respecto a los estudiantes.
Para alcanzar tal aspiración se requieren de un conjunto de acciones, que el sistema educativo debe encarar de manera decisiva:
- Certificar las instituciones y/o programas que forman a los docentes. No será posible contar con docentes de calidad si quienes tienen la responsabilidad de formarlos carecen de las competencias indispensables. Ese tema no debe negociarse. Es una cuestión estratégica de alta relevancia.
- Contar con una política de formación docente actualizada, clara y precisa en sus propósitos. Con una estructura y organización curricular centrada en los procesos de cambio cultural, pues son necesarios docentes con una nueva visión y práctica educativa centrada en el desarrollo integral y pleno de los estudiantes, en cada etapa de su desarrollo formativo, desde los primeros años de la infancia, hasta la formación básica y media. No es solo un plan de estudio, además de éste es necesario definir los parámetros para su acompañamiento y formación continua. No se puede continuar la práctica de formar maestros en tres años, de dos a tres días a la semana, o de fin de semana. Esta práctica pone de relieve la incomprension que se tiene del tema docente.
- Realizar un trabajo intenso de acompañamiento y formación continua del personal docente en ejercicio, implementando, al mismo tiempo, estrategias novedosas de formación en la acción.
- Elevar la imagen social y pública del docente, de tal manera que su carrera profesional se constituya en una verdadera opción de trabajo y desarrollo personal. Los niveles de salarios deben corresponderse con estos niveles de desarrollo, de tal manera, que aquel docente que alcance altos niveles de desarrollo profesional, reciba ingresos superiores en una escala salarial preestablecida. Quien se dedique a la docencia y la formación debe tener y vivir una vida digna, con los recursos materiales necesarios que la hagan posible. Seguir regateando este tema, no es más que la reproducción de una concepción empobrecida de la educación y de quienes tienen la misión de hacerla posible.
- La profesión docente no puede seguir presa de la cultura y práctica politiquera. El docente debe ser un profesional al que se le respete y el mismo respete su profesión. Debe reconocer el sagrado deber que contrae al asumir como forma de vida, la de profesional de la educación. Tiene que alcanzar los niveles de conciencia necesarios que les permita cobrar independencia de las tendencias y maniobras de quienes solo viven de sus precarias condiciones de vida. Pero este nuevo estatus social debe ser un logro auto-alcanzado, no se otorga por decreto ni resolución. Debe ser la consecuencia de una manera nueva de pensarse y autodirigirse. Soy de los que piensan que sus propias limitaciones materiales, no solo son una reproducción de la inequidad y exclusión social, sino también la justificación de liderazgos cuestionables.
- La escuela, como el espacio en que se concretiza la labor docente, debe ser rescatada de prácticas sociales que atentan con su propia naturaleza. La dignificación de sus espacios debe ser un hecho real. Deben ser diseñadas y construidas para lo que son, espacios para la formación y desarrollo integral de los niños, niñas y jóvenes. Edificios austeros, pero hermosos y funcionales. Eso supone aulas con las características necesarias para la actividad que en ellas se desarrolla; con recursos necesarios para las prácticas de cualquier índole que solifique la formación cognitiva y artística; espacios de recreo y prácticas deportivas que incluyan el desarrollo corporal y kinestésico pleno; espacios para las reuniones y otras actividades docentes. También para las otras actividades docentes y administrativas.
- Deben desarrollarse procesos de evaluación y autoregulación docente, que permitan a todo el personal de la escuela un desarrollo profesional de alto nivel. Para ello los procesos sistemáticos de evaluación, autoevaluación y retroalimentación para la mejora son importantes. Este proceso de mejora debe ser el eje transversal de la carrera docente.
- Los docentes del nivel inicial y el primer ciclo de básica deben ser personas con altos niveles de competencias cognitivas y motivacionales. Con una sólida formación integral, estudiosos de los procesos de desarrollo y aprendizaje de los estudiantes. Flexibles pero con una visión clara de lo que los estudiantes requieren en cada momento de su proceso de formación.
Algunos argmentarán que se trata de cuestiones de largo o muy largo plazo. Todo en educación toma su tiempo. Si con esta visión y compromiso hubiésemos desarrollado el Plan Decenal de Educación 1992-2002, la situación de la educación hoy fuera otra. La sociedad dominicana debe estar más involucrada en todo estos procesos. No puede seguir tolerando que quienes tienen la responsabilidad de formar a las nuevas generaciones sean personas con las limitaciones cognitivas, actitudinales y comportamentales, viviendo en condiciones de pobreza y con grandes limitaciones para su propio desarrollo profesional.