Tiempo de elecciones y analfabetismo

Vivimos una época muy compleja, y eso, todo el mundo lo dice. Tomar decisiones, pero sobre todo, decisiones sabias, es tan solo un ámbito de lo complejo del mundo de hoy. Hoy, más que ninguna otra época pasada, el impacto del conocimiento científico y sus derivaciones tecnológicas, se entrecruzan día a día en nuestro camino. Basta con pensar en todo lo que tiene encerrado un teléfono celular o móvil. Ése pequeño aparato de tamaño, encierra una inmensidad de conocimientos en su interior. Para muchas personas, posiblemente lo que menos hacen con él es hablar “por teléfono”. Cada vez estamos a la espera de las “nuevas facilidades” que el nuevo tal o cual nos traerá. Pero como son muchas de las cosas de la vida su uso, no supone ningún conocimiento especial.

Hay otros ámbitos de la vida, que la ignorancia o el analfabetismo, funcional o no, tiene consecuencias muy complicadas. ¿Cómo un legislador puede tomar decisiones sabias y de bien común en materia de medio ambiente, si no sabe o no comprende todo aquello de calentamiento global, fenómenos naturales, clima, etc? ¿Cómo una Sala Capitular puede tomar decisiones sabias y de bien común, si ignora cuestiones de espacios y comportamientos? ¿Cómo se pueden tomar decisiones en materia educativa, en cualesquiera de los niveles que se trate, si no sabemos o ignoramos, cómo se producen los aprendizajes, cuáles son los factores asociados a dichos procesos de aprender, o de qué manera gestionar efectivamente “oportunidades para aprender” para que la dinámica enseñar – aprender, tenga sentido?

Por lo general el “vacío” de conocimiento lo llenamos con ideas mágicas que nos venden, quienes “descubren” nichos para hacer negocios, o simplemente, lo hacemos, y quizás en el mejor de los casos, a partir de “nuestra experiencia pre-conceptual”, es decir, la creencia que tenemos de cómo fue que nosotros mismos aprendimos, sin que dicha creencia se fundamente, por supuesto, en ninguna evidencia científica.

En el próximo mes, muchos dominicanos y dominicanas, acudiremos a depositar nuestro voto de representación, por alguna persona que entendemos representa los intereses del bien común, es decir, del bienestar de todas y todos los dominicanos.

¿En qué sustentará ese voto? ¿Cuáles son los intereses personales o grupales que nos guiarán en el momento de ésa decisión? ¿Serán solo nuestras emociones personales que terminarán decidiendo al respecto?

La libertad y autonomía responsable que supone el acto de votar en elecciones como ésta, se enfrenta a una población con un bajo nivel de comprensión de la realidad y, por tanto, de las decisiones que tenemos que enfrentar y asumir. El estudio PISA 2018 muestra que el 69% de las y los jóvenes de 15 años escolarizados, tanto del sector público como privado, apenas pueden comprender frases simples, y por tanto, están por debajo del nivel mínimo indispensable para enfrentar el mundo de hoy con cierta eficacia, que es el nivel dos de seis niveles, según el éste estudio.

Me dirán algunos, pero es que las y los jóvenes de 15 años no están convocados para ejercer esa responsabilidad social. ¿Son distintos, en ése sentid, quienes la ejercerán?

Hoy quiero levantar la esperanza de que un mañana, espero que no muy lejano, éste proceso y quienes aspiren a ganarse la representación de la población, se enfrenten a electores conocedores de su realidad y demandantes de soluciones reales, a electores “sabios”, que conocen muy bien el poder que tiene la delegación de su representación.